Dereck.
Entré en la casa principal de la manada, subiendo las escaleras que me llevarían a las habitaciones. Me apetecía ir a mi cuarto y no levantarme en todo el día. Estaba cansado mentalmente; tener una pelea con mi lobo interior nunca era algo que me hiciera saltar de alegría. Últimamente siempre estábamos discutiendo. ¿El motivo? Ni idea. Siempre eran motivos ridículos y que nos irritaba fácilmente. ¿Hoy, por ejemplo? El tener que entrenar a los cachorros más jóvenes.
Me detuve enfrente de la puerta de Sinfonía para darle el reporte de la situación. Sabía que no había salido de aquel cuarto donde descansaba Liam, excepto cuando se despertó. Sabía perfectamente bien, sin preguntarle a mi Alfa, que tras que el chico se durmiera de nuevo, volvería a su lado. Sin haber tocado la puerta, la voz de Sinfonía resonó en mi cabeza. "Entra Dereck"
Sin pensarlo mucho abrí la puerta, entrando a la habitación. Me encontré a un Liam sentado en la cama y a Sinfonía saliendo del baño. Si, cada cuarto en aquella casa tenía su propio cuarto de baño. Y su propia decoración. Ninguna habitación era igual a otra.
—Alfa. —Saludé por respeto, a ambos. El Alfa Liam parecía estar pendiente -aunque intentaba disimular tanto como era posible- de la toalla que envolvía el cuerpo algo mojado de Sinfonía. No me importó mucho. — Venía a informarle como siempre sobre nuestra situación.
Gruñí molesto por su insolencia del Alfa Liam al ver cómo estaba hacia una nueva de asco hacia mi Alfa cuando ella le miró. Liam se giró mirándome con poco respeto, sus colmillos mostrándose cuando gruñó. Ojalá poder darle una patada en el culo. Era el beta de Sinfonía por algo, y me apetecía demostrarlo.
—Eso es perfecto. Luego necesito que le muestres al Alfa Liam todo lo relacionado con la manada. —Comentó sacando su ropa del armario de roble que poseía, dirigiéndose al baño después. Aprecié una expresión desolada en el rostro de mi Alfa. —Se quedará un tiempo con nosotros y es preferible que conozca las leyes que tenemos. —Añadió antes de cerrar la puerta del baño al entrar.—
Asentí, sabiendo que era el momento para darle el informe. De memoria recité toda la información de importación, haciendo un análisis minucioso de los heridos por la última batalla -ningún muerto por suerte-, del entretenimiento de los más jóvenes y de la economía y convivencia de nuestra gente. Al terminar de hablar supe que Sinfonía había prestado atención a todo lo que había dicho. Miré al Alfa Liam y me crucé de brazos, bajando mi voz para que ella no pudiera escuchar.
—Como vuelvas a mirar así a mi Alfa te arrancaré la cabeza. Me da igual que seas un Alfa, Liam. Tu serás mi enemigo si no sacas tu cabeza del culo. Y ahora, ven. — Dije mientras salía de la habitación y me dirigía al exterior. Liam llegó a mi lado y observó a su alrededor mientras caminábamos. No comentó nada de lo sucedido en el cuarto en todo el camino. —Iremos primero al campo de entrenamiento.
❂
El campo de entrenamiento era un descampado cerca de la casa principal. Ahí entrenaban todos los miembros de la manada, desde los cachorros hasta los adolescentes que habían llegado a la edad adulta -donde su lobo interior hacía acto de presencia por medio de su consciencia-. Recordé por unos minutos cuándo llegué a esa edad, mi lobo interior hablándome por primera vez.
—La primera regla de esta manada es conseguir un compañero de entrenamiento todos los años. Así evitamos que nuestros chicos se acostumbren a una sola persona o a una sola forma de pelea. Esto hace que sean más dinámicos y reaccionen más rápido a la hora de la batalla.
—¿Y eso funciona?—Preguntó levantando una ceja mientras Luck y Juliet entrenaban juntos. Miembros de la manada viendo la pelea que tenían.—
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Alfa Roger - Actualizando
Novela Juvenil- Soy Sinfonía, Alfa de los Roguers. ¿Alfa de los Rogues? No, eso es imposible. Era posible que ella fuera el líder de aquellos renegados. Se suponía que los lobos solitarios, que abandonaban la manada o que eran expulsados de la misma no tienen...