*Los personajes de esta historia no me pertenecen, solo es una idea que se me ocurrió y quise escribirla por diversión.
Baile de Máscaras
Desde el palco de una antigua pero bien conservada mansión un joven de ojos esmeralda observaba con desgano la escena frente a sus ojos.
El gran salón de aquel lugar se encontraba atiborrado de personas, hombres con trajes elegantes y mujeres con vestidos extravagantes propios de los nobles de Londres en aquella época, todos cubriendo la mitad de sus rostros con llamativas máscaras cubiertas de pedrería y colores mientras platicaban animadamente, bebían o bailaban al compás de lo que sea que la orquesta estuviera tocando.
Para Damian Wayne, miembro de una de las familias más influyentes y adineradas del lugar no era novedad presenciar este tipo de espectáculos. Sin embargo esto no impedía que mirara su alrededor con una mezcla de aburrimiento y desprecio. A su parecer, las máscaras no eran necesarias, todos los presentes aparentaban ser algo que no eran, apostaría a que cualquiera de esos hombres estaría dispuesto a vender a su propia madre con tal de mantener el estilo de vida que le permite seguir pavoneándose entre sus semejantes, simplemente repugnante.
Y aún así aquí estaba, gracias a que su padre le dejó muy en claro que era parte de su deber como miembro de la nobleza asistir a este tipo de actividades, por supuesto, él estaba consciente de que esta imposición estaba ligada estrechamente a lograr que el más joven de los hermanos Wayne finalmente sentara cabeza y se comprometiera con una muchacha de buena familia.
Para ese momento de su vida todos sus hermanos mayores ya se encontraban casados, todos con bellas mujeres, hijas de empresarios y comerciantes amigos de la familia, uno de ellos incluso tenía ya una pequeña hija. De ahí la preocupación de su progenitor por que el joven de ojos verdes hiciera lo mismo, pero hasta ahora, cada mujer con la que se ha topado no presentaba otra característica que ser sumamente superficial, mimada y sin ningún atisbo de personalidad. Hubo un tiempo en el mantuvo una relación medianamente formal con la sobrina de un amigo de su padre, la señorita Emiko Queen compartía la mayoría de sus pensamientos acerca de lo que era la vida en sociedad, aunque su manera de tratarse no podía ser llamada afectuosa,se llevaban bien y dado que esa había sido la única relación formal de Damian, todos pensaron que seguiría pronto el camino de sus hermanos y desposaría a la joven. Sin embargo esto nunca pasó, tanto él como ella estaban consientes de que una unión matrimonial entre ellos nunca funcionaría y devidieron dar por terminada su fugaz relación. También estaba la señorita Maya Ducard, su amiga de la infancia y de las pocas personas que realmente estimaba, pero, aunque en algún momento consideró que podría sentir algo por ella, se dió cuenta de que la relación que tenían no era ni por asomo del tipo romántica, prácticamente eran como hermanos y ahora ella se encontraba comprometida con un modesto muchacho hijo de comerciantes del que dice estar muy enamorada y él estaba felíz por ella.
No era de extrañar que la idea de contraer nupcias no hubiera pasado por su mente en mucho tiempo, y si alguien pensaba que este tipo de bailes eran el mejor lugar para encontrar una compañera de vida, pues, estaba equivocado.
-Joven Damian, ha estado aquí en el palco toda la noche ¿es que no piensa bajar nisiquiera a saludar a los invitados?- la voz de Alfred Pennyworth, el mayordomo de la que a pesar de ser visto por las personas ajenas a la familia como un simple sirviente enrealidad era sumamente apreciado por todos los miembros de esta, llegando incluso a ser considerado por Damian y sus hermanos como un abuelo, irrumpió en su pequeño soliloquio.
-No veo la necesidad de hacerlo, ya tienen todo lo que necesitan, alcohol, música, mujeres... podría retirarme y mi ausencia pasaría por alto- respondió aún con la vista en el salón.