¡Sorpresa!

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-Por Kami-sama...-Exclamaron Kirishima y Onodera, escondidos detrás de una pared. El menor le había sugerido al editor en jefe que usaran las escaleras para ser más silenciosos al llegar, pero no pensaron que el pelinegro los estaría esperando en la puerta de la casa.

-Se ve enojado...-Susurró Kirishima, sintiendo que el aura amenazadora que rodeaba a Takano era mucho más aterradora que otras veces.

-Está enojado...-Onodera asomó su cabecita por entre la pared, apoyándose con sus manos. Ya se había bajado de su transporte, así que ahora estaba en el suelo.

-Creo que ya es hora de que me vaya.-El editor en jefe le hizo señas al menor, indicándole que le deseaba la mejor de las suertes. Después, salió corriendo por las escaleras como alma que lleva el diablo.

-Ugh...-El castaño vio el mayor irse como si su único salvavidas se hubiera ido flotando con el agua. Volvió su mirada hacia su jefe, dándose cuenta de que ya no estaba enfrente de la puerta.-¿Eh?-

-¿Cuánto tiempo vas a estar aquí?-Onodera dejo de respirar por un momento al sentir el suave aliento de su jefe a su lado. Takano estaba inclinado atrás de él, hablándole al oído.

El castaño volteó levemente su rostro. Takano no tenía el ceño fruncido, no parecía enojado, estaba tranquilo... Y eso lo aterró aún más. Los ojos de su jefe parecían traspasarle el cuerpo y empezar a tocarlo por todas partes. Cientos de manos lo cubrían por completo, desnudando su cuerpo y desnudando su alma. Se sentía tan asfixiado y expuesto por esa mirada, que giro rápidamente la cabeza.

-Kirishima-san se acaba de ir, ¿no es así?-El pelinegro se arrodilló a su lado.-Que mal, quería hablar con él también.-Onodera estaba seguro de que tenía a una serpiente al lado suyo, siseando sobre su oído.-Yokozawa seguro querrá enterarse de esto...-Takano lo rodeó con su mano y lo cargó, entrándolo a la casa*.

Adentro, el mayor lo dejo un momento en el suelo mientras cerraba la puerta. Onodera se dejó caer, sintiendo sus piernas flaquear de los nervios. No podía huir, estaba completamente atrapado entre esas cuatro paredes.

-Ah, Ta-Takano-san...-El menor comenzó a respirar más rápido, mientras el pelinegro lo miraba de reojo.

-¿Qué sucede?-Takano se giró completamente, quedando de frente a su subordinado. Su boca se había curvado en una sonrisa algo doblada.-Te ves pálido.-

-¡Ah!-Onodera gritó lo más fuerte que pudo. Luego, se echó a correr y como aún no daba para levantarse en sus dos piernas, se fue gateando.

-¿Qué estás haciendo?-El pelinegro comenzó a perseguirlo, pisando con fuerza para asustarlo más.

El castaño logró llegar hasta el cuarto donde ambos dormían y se escondió debajo de la cama.-Ah... ah.-Respiraba con fuerza, intentando recuperar su respiración.

El editor en jefe se arrodilló en el piso y asomó su cara por debajo de la cama.-¿Qué haces ahí, amor?-

-¡Ah!-Onodera no sabía si gritaba de la vergüenza o del susto, pero todo lo que estaba pasando le daba un agradable cosquilleo en el estómago.

-Jeh... y yo que había venido a traerte un pastel.-El editor en jefe se sentó enfrente de la cama.-Pensé que me darías la bienvenida con los brazos abiertos y luego podríamos comer juntos el pastel.-Su voz sonaba algo apagada, aburrida y decepcionada.-Como una pareja normal...-

El pequeño Onodera➖Sekai-Ichi Hataukoi➖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora