La luz tenue del sol, cubierto por la oscura manta de las grises nubes, brillaba por la mañana de aquel invierno. El frío ingresaba por la ventana descubierta de Juan, quien aún estaba acostado en su cómoda cama soñando en quién sabe qué. La Sra. Giménez, su amable abuela, estaba sentada en la esquina de ésta, moviendo con extrema delicadeza las piernas de su nieto mientras pronunciaba su nombre dulcemente. Ella tenía esa magia, de hacer que todo sonara como pequeños pajaritos revoloteando en el campo por el cálido verano, algo que a Juan le encantaba, le hacía sentirse cómodo consigo mismo. Su padre también recibió esos tratos en su juventud, pero esperaba que él no terminara como un cuarentón alcohólico como su progenitor.
Juan sabía que ya era hora de levantarse para ir a la escuela, su abuela siempre lo levantaba sólo media hora antes de que comenzaran las clases, así que tendría que alistarse rápido. «Otro doloroso día en aquel lugar» pensó nada más abrir los ojos, la monotonía le destruía lentamente, pero de igual manera le daba gracias a Dios por poder ir a la escuela, al menos.
En cuestión de minutos el joven estaba fuera de la cama, vistiéndose con algunas de las telas hechas por su abuela, no le daba tanta importancia a lo que llevaba puesto, siempre era del mismo color y de la misma calidad su ropa, hecha con cuero de una vaca común, como él; común. Esa era la palabra que más sentía que lo describía, en parte era un hecho, no tenía nada de especial, o eso creía, pero sus pensamientos no podían estar más lejanos de la realidad, él era muy especial, y ese día era el que marcaría un antes y un después en lo que sería su normalidad. Todo cambiaría a partir de ese día.
...
Las clases habían acabado, era de medio día, el castaño salió de su salón hacia la salida del pequeño establecimiento. Caminaba totalmente solo, no tenía amigos, ni siquiera uno, su abuela hablaría con sus amigas sobre que se enfoca en sus estudios, pero la realidad era que él era visto como un objeto de burla social, nadie lo aceptaba, así que nadie se le atrevía a hablarle, ni siquiera la chica que gustaba de él le dirigiría la palabra, porque si lo hacía, ella sería la rara también, la rara que gusta del raro.
Mientras avanzaba el paso, observaba a las personas a su alrededor: sus compañeros hablaban entre sí, envueltos en sus asuntos; los maestros salían apresurados, como si estuvieran huyendo del cerrado lugar, al fin y al cabo, viajar hasta el pueblo principal para dar clases era algo muy cansado, en especial para los que vivían más lejos. Sin importar quiénes fueran, todas las personas se iban hacia sus casas y algunos tenían que caminar hacia sus pueblos, algunos más lejos, algunos no tanto, pero de igual manera tenían que caminar fuera del lugar que, a la gran mayoría, ya le estaba cansando. Pero él no se estaba yendo.
Al lado de la entrada y salida del establecimiento estaba un chico apoyado sobre uno de los pilares del gran cártel de madera que, con una pintura semi-seca, decía: "Escuela San Santiago de Apóstol". Esa era la primera escuela que se construía en un pueblo, todas las demás estaban en Madrid, la capital, donde rendía más, se creía que era más importante que las personas de altos recursos capaces de vivir en una ciudad grande y sin futuros agrícolas fueran los que estudiaran, en vez de los que vivían en pueblos pequeños, pero el Rey Carlos III declaró que debería haber alguna que otra escuela en los pueblos, un gran proyecto de caridad para su tiempo. Gracias a Dios que lo hizo antes de su muerte, porque de seguro a su hijo, Carlos IV, no se le hubiera siquiera pasado por la cabeza la idea de hacer escuelas para "personas de clase baja" (como ellos describían las personas de pueblo, algo muy clasista, pero común en 1798).
El chico parecía esperar a alguien, pero, si era así, a Juan no era. Ésto lo tomaba por seguro, el chico guapo y alto no debía saber siquiera que él existía, por lo tanto, sin prestar demás atención a sus pensamientos o al chico a pocos centímetros de sí, salió del establecimiento a paso apresurado, ya se le hacía tarde para llegar a casa.
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Before The Universes
Romantik"En el momento que dos almas poderosas se unen se crea un vínculo inquebrantable, uno que ni yo mismo podría romper con todo el poder que se me fue entregado. El amor es magia y la magia está en cada unos de nosotros." - Fénix. Esta historia relata...