Tres.

655 68 35
                                    

A pesar de la montaña de tareas esperándolo, Temo se dio el gusto de quedarse acostado con Aristóteles hasta que las medicinas hicieron efecto y se quedó dormido. Debería haber sabido que algo así estaba pasando. Y todavía estaba frustrado con Aristóteles por no decirle, pero sabía lo mucho que quería que la cirugía fuera una solución completa y cuán preocupado estaba sobre lo que sucedería si lo obligaran a recibir un alta médica. Lo único que Temo podía hacer era tratar de amarlo a través de ello, y hacerle saber que estaría allí para él sin importar qué.

Con ese fin, dejó a las chicas con abuelos y futuros abuelos de sobra y fue con Aristóteles a la resonancia magnética que la médica le había logrado programar en la tarde en el centro médico. Por suerte, y a habían decidido pedir comida para los invitados de fuera de la ciudad para la cena, por lo que en realidad no estaban eludiendo sus deberes de anfitriones. Y Aristóteles había traído un pastel antes para el postre que aparentemente Temo no podía mirar aún.

—¿Cómo estuvo? —Temo se puso de pie cuando Aristóteles salió caminando lentamente del pasillo que conducía al equipo de la resonancia magnética. Estar acostado quieto en el tablero estrecho y duro para la resonancia magnética casi siempre lo dejaba en pésimas condiciones.

—Ahora esperamos. La doctora Sodhi pidió que sea de prisa, pero es probable que no sepamos los resultados hasta mañana. —Aristóteles se encogió de hombros, y luego hizo una mueca—. Juro que las pruebas están diseñadas para empeorar el dolor. Voy a necesitar el jacuzzi solo para deshacerme de todos estos nudos.

—Te lo has ganado. —Temo igualó su ritmo al de Aristóteles de camino hacia el SUV. Podía ver que Aristóteles realmente estaba adolorido porque dejó que él condujera sin protestar. Tampoco objetó que Temo le arrojara una botella de agua—. Toma un relajante muscular. Ahora. Yo me encargaré de nuestros parientes. A nadie le va a importar si estás un poco raro.

—Las chicas y yo tenemos una sorpresa para ti. Estarán decepcionadas si lo olvido. —Aristóteles se adelantó y sacó una pastilla de su bolsillo mientras Temo salía del estacionamiento.

—Apuesto a que te lo recordarán. Y yo recordaré lucir sorprendido. — Temo se rió.

—Eres un buen tipo. —La cabeza de Aristóteles se inclinó hacia atrás contra el asiento, y cerró los ojos—. Mejor de lo que merezco.

—Oh, cállate. —Temo se dirigió hacia el parque que conducía a su barrio—. Nos merecemos los dos, y lo sabes. No puedo esperar a casarme contigo.

—¿Incluso si fui un idiota y la jodí hoy al no decirte la verdad?

—Ambos vamos a cometer errores y a joderla. La clave es que lo trabajemos. —Temo se detuvo en una luz roja y lo alcanzó para palmearle el muslo—. Y nos amamos. Todo lo demás son cosas que podemos manejar.

—Sí. —Aristóteles le dio a su mano un breve apretón antes que la luz cambiara—. Sí nos amamos. Simplemente no quiero decepcionarte.

—No lo harás. No sobre esto. No me voy a casar contigo por la fuerza de tu espalda o porque estás en la marina o porque puedes follarme y dejarme tonto.

—Sí, pero eso último es muy divertido. —La voz de Aristóteles comenzaba a tomar el tono lánguido que siempre adquiría con los relajantes musculares.

—Sí, y tendremos mucho tiempo para eso cuando te sientas mejor. — Gracias a todos los autos de los familiares que bloqueaban el camino de entrada, tuvo que aparcar en la calle, lo cual apestaba.

—No lo sé. Dame suficientes de estos y puedes follarme esta noche. — Aristóteles le dedicó una sonrisa torcida antes de salir del automóvil con piernas temblorosas.

atención | aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora