Diecinueve.

583 70 52
                                    

—Los helicópteros no caen simplemente del cielo. —El cabello oscuro del almirante se sacudía mientras ella hablaba más entrecortado de lo habitual—. Felder, tira de todos los registros de mantenimiento del ave, cada fragmento de información que puedas sobre los pilotos y la tripulación. Tienes acceso completo al personal de soporte, pero quiero un informe a las dos mil trecientas.

—Sí, señora. —Felder estaba escribiendo notas tan rápido como el resto. El desastre había golpeado esa tarde cuando un helicóptero haciendo una misión de entrenamiento con un equipo SEAL aterrizó sobre su costado. La tripulación herida y el equipo SEAL estaban siendo transportados al NMCSD, y era tarea del grupo de Aristóteles averiguar qué había salido tan terriblemente mal.

—Córcega, quiero que te pongas al frente en el hospital; te voy a necesitar en el sitio del accidente conmigo eventualmente, pero las familias van a querer ver a alguien a cargo, y ahora mismo ese eres tú. Relaciones públicas está manteniendo a los medios a raya, pero ya sabes que van a preguntar sobre el examen toxicológico del piloto. Asegúrate de saber dónde estamos con eso. Y lleva a Carmichael. Voy a querer un informe de tu parte sobre la condición de todo el personal a las dos mil trecientas también.

—Lo tendrá. —Aristóteles cerró su bloc de notas. Toda la situación resumía todo por lo que había estado orando, cualquier cosa menos el deber en el hospital. Que lo sacaran al campo, que lo dejaran revisar ese pájaro con una lupa y un cepillo de dientes, o que le pidieran que interrogara al personal de tierra sobre lo que habían observado, y no dudaría en llevar a cabo la misión.

Pero ¿el hospital? Hombre, esto iba a ser tan brutal como una escalada de seis horas en el desierto, y con el novato Carmichael con la fobia médica para empezar. Carmichael, que necesitaba un fuerte modelo a seguir sobre cómo manejar estas situaciones, no a alguien que se emocionara demasiado ante la idea de dar malas noticias. Pero incluso si no perdían a una sola persona, y Dios sabía que Aristóteles estaba rezando por eso, había vidas que aún cambiarían hoy, y la mayoría no era para mejor.

 Todo porque algo había salido mal, algo que tal vez podría haber prevenido, y aunque pasarían semanas y posiblemente meses hasta que supieran con seguridad, Aristóteles iba a tener que vivir con esa culpa. ¿Habían revisado todo dos veces? ¿Había estado demasiado distraído por salir temprano para la actuación de las niñas? ¿Hubo algo en lo que personalmente había fallado en las últimas semanas dando lugar al accidente? ¿El asunto de jugar con Temo había nublado su atención?

En todos sus años con los equipos, nunca había fallado una misión. No iban de acuerdo al plan, seguro, pero nunca una falla absoluta. Su habilidad para pensar rápido y salir situaciones complicadas había sido legendaria. Y sí, tenía el ego un poco subido por eso. Nunca había dejado atrás a un solo hombre, y estaba orgulloso de su baja tasa de lesiones en el equipo. Bastardo arrogante. Resultaba que lo único peor que no estar fuera en el campo, era no estar allí fuera, sabiendo muy bien que podría ser responsable de una catástrofe. Era el peor tipo de impotencia, y ahora tenía que dirigirse al centro médico, ponerse un frente fuerte y tratar de no verse a sí mismo en las familias.

Una vez en el hospital, era difícil no tener recuerdos de Thiago, de esas horribles horas cuando había sido él el que estaba en las duras sillas de plástico, cuando había sido el que esperaba. Pero tenía que pensar en Carmichael además de todo lo demás en el hospital. El chico lucía tan pálido como su cabello cuando hicieron la ronda en la sala de espera de la UCI18, para obtener actualizaciones sobre el estado del personal lesionado.

—¿Necesita un café, teniente?—preguntó Carmichael, con voz temblorosa, obviamente desesperado por algo más que hacer que estar al lado del codo de Aristóteles.

atención | aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora