Capítulo 6: Mis deseos

18 4 0
                                    

Andamos de regreso al motel. Louis está a mi lado, comentando la película con gran interés y gesticulando exageradamente. No habría imaginado que le hubiese gustado tanto. Mientras la veíamos parecía distraído, como si estuviese en otro mundo.

—¿En qué piensas?—me pregunta.

—En ti.

No veo su reacción por estar mirando al frente, pero su silencio demuestra que mi comentario no pasa desapercibido. Está nervioso. Otra vez.

—No soy muy interesante—dice con lentitud.

—Eres un mentiroso—golpeo su hombro suavemente después de hablar.

—¿Ah sí? ¿Por qué crees que soy interesante? Obviando el cáncer, que es jodido, soy uno más.

¿Por qué es interesante? Esa pregunta es sencilla en realidad. No me hace falta pensar.

—Eres divertido. Muy inteligente, aunque vago, por eso tus notas son mediocres.—¡Oye! ¿Estás halagándome o riéndote de mí?—cuestiona mientras sonríe y entrecierra sus ojos.

—¿Ambas?—lo hago reír.—¿Quieres que siga?

Clava sus ojos sobre los míos, obligándome a apartarlos por la profundidad de su mirada.

—Adelante—comenta, casi a modo de súplica.

—Eres muy talentoso—enarca una ceja.—No lo digo yo. Causabas sensación el club de teatro—me explico.—Tienes buen gusto por la moda, o eso creo. La gente te admira, Lou.

Una admiración que se entrecruza con el deseo en bastantes ocasiones. Si me diese por contar las admiradoras, y admiradores, de mi amigo me faltarían dedos. No los culpo. Además de lo que le he comentado en voz alta, Louis es muy guapo. Una belleza que sin ser sacada de revista sobresale con respecto al resto. Sus leves ondulaciones acompañadas de sus ojazos verdes y su sonrisa conjuntan una atracción difícilmente resistible.

—Te acepto lo de la moda y lo del teatro.

—También eras muy buen jugador de baloncesto—prosigo.

—No se me daba mal, no.

—No eras tan bueno como yo al fútbol, pero...—le pico.

Él abre su boca, buscando las palabras para defenderse, mas termina riendo y negando con su cabeza.

El resto del camino se hace corto, pese a mantenernos los dos callados. Puede que a cualquier otra persona le agobiase, incluso molestase, pero a nosotros, a mí por lo menos, me encanta. Conocer el silencio de alguien es lo más íntimo que existe.

—No hagáis mucho ruido—nos dice el hombre de recepción al entregarnos la llave.

¿Que no hagamos ruido? ¿Se cree que vamos a ponernos a dar saltitos a las dos de la madrugada?

—Por supuesto—contesta Louis un tanto ruborizado.

Aprovecho el último tramo de las escaleras para preguntarle por el comentario del trabajador.

—¿Qué quería decir?

—¿Quién?—ruedo los ojos. No me gusta que se haga el tonto conmigo.—A ver...umm...hablaba de sexo—continúa y fija su mirada en los horrendos cuadros de paisajes.

—¿Sexo? ¿Tú y yo?—cuestiono sorprendida.

Es la segunda vez que nos toman por pareja, ¿de verdad lo aparentamos? Siempre he pensado que lucimos como buenos amigos. Hermanos de distinto progenitor si me apuras para explicar que mi tez es un poco más oscura. Pero...¿novios?

Operación CaliforniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora