Descenso al infierno

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Por los oscuros pasillos de la Mazmorra una figura solitaria se encontraba avanzando como si fuese una sombra, oculto de la vista de todas aquellas personas que pudieran verlo.

Incluso a estas altas horas de la noche las posibilidades eran escasas pero no inexistentes.

Pese a su gran tamaño se movía con bastante rapidez pasando con facilidad entre los enjambres de monstruos que eran más como un montón de insectos pequeños para su poder, una molestia momentánea.

Y aquellos que no se quedaban atrás y lograban entorpecer lo suficiente su camino se encontraban con su espada, por ende un final muy abrupto.

El aventurero que empuñaba tal arma no se molestaba ni siquiera en mirar las piedras mágicas de estos monstruos, mucho menos se tomaría el trabajo de recogerlas, todo lo que le importaba en estos momentos era realizar el trabajo que le encomendó su diosa.

El camino fue bastante largo o algo más largo de lo que podía recordar, no había bajado a la mazmorra en varios días ya que organizar una expedición que lo necesitara requería varios días de antelación.

Finalmente esta montaña llegó al piso 16 encontrándose con algunos Lobos de Fuego, nada realmente preocupante, una pasada era más que suficiente para enviarlos contra una de las paredes de piedra y acabar con su existencia.

Una bola de fuego pasó muy cerca de su cabeza teniendo que esquivarlo, esto hizo que su capucha se moviera de lugar revelando unas pequeñas orejas en la parte superior de su cabeza.

Ottar gruño por un instante antes de acabar con el animal usando solamente su pie como si aplastara un insecto.

-(Que molesto).- Pensó viendo los restos del animal reducirse a cenizas.

Con eso terminado avanzó sin más contratiempos hacia el piso 17, el lugar conocido como una sala de Jefe, donde se genera el Monstruo Rex Goliath.

Ahora frente a su vista se alzaba el tan conocido por todos los aventureros de nivel medio como La Gran Muralla de Dolor donde esta criatura se generaba cada dos semanas.

Pero actualmente era bastante seguro estar aquí ya que la Familia Loki lo había acabado cuando bajó realizando su expedición, como máximo quedaban unos días antes que vuelva a aparecer y antes de que eso ocurra tenía que actuar en cumplimiento de los mandados de su diosa.

Ottar saco del interior de su manto la pequeña caja decorada que su diosa había guardado detrás del librero, le resultaba sumamente curioso el actuar de su diosa Freya, pero no era su lugar cuestionar.

Siguiendo las instrucciones dadas abrió la pequeña caja para que dé su interior emane un brillo casi segador que lo obligó a entrecerrar los ojos, al cabo de unos segundos este pareció reducir al punto de poder apreciar su contenido.

Una pluma.

Eso es lo que había dentro de la caja en esencia.

Pero decir que esta era una pluma ordinaria era como decir que una espada era simplemente un cuchillo grande, era ridículo y hasta insultante.

Este objeto que no pesaba más que una moneda de cobre y cabía perfectamente en la palma de su mano parecía estar hecha de una mezcla de oro y luz, emanaba su propio espectro luminoso que le recordaba a la luz sagrada de los dioses.

Incluso alguien como Ottar, tragó al estar en presencia de tal objeto ya que pudo sentir perfectamente la divinidad que emanaba de esta pluma, una divinidad que los propios dioses habían abandonado por estar con sus hijos en el mundo mortal.

Pero un objeto de esta clase no pudo haber salido del Cielo... ¿A que dios pertenece esta pluma?

Miro la pluma por un instante, no era su papel hacer esta clase de preguntas, no ahora siendo que ya estaba por terminar el encargo.

¿Esta mal trabajar para una diosa si soy un Demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora