Inframundo

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Cuando la consciencia finalmente regreso, todo su cuerpo fue inundado por un intenso dolor que atravesó todo su ser. Desde la punta de sus dedos hasta las plantas de sus pies el ardor ígneo impregnaba cada centímetro de su epidermis haciendo tortuoso la mera existencia.

Sus ojos lentamente se abrieron ajustándose poco a poco a la luz de la habitación, cuando finalmente pudo ver más allá de su nariz se percató de que estaba en un lugar desconocido.

Paredes de un color pálido, una decoración sencilla de pocos muebles y en el fondo podía ver un ventanal que daba a lo que parecía ser un balcón del cual provenía una pequeña brisa refrescante que movía las cortinas en un vaivén por la cual atravesaba la espectral luz de lo que solo pudo comprar con la luna.

Este pequeño viento era suficiente para hacerlo fruncir el ceño por la molestia que ocasionaba en su piel.

-Hggn.

Con un gruñido de esfuerzo movió su cabeza para ver su cuerpo notando una gran dificultad pues estaban rígidos. Casi la totalidad de su ser estaba cubierto por vendas, estaría casi desnudo de no ser por unos pantalones cortos que no le pertenecen.

La situación le era desconocida, por lo que sus primeros instintos eran ubicarse para poder volver y reagruparse.

-Hggggggnnn.

Con esfuerzo hizo lo que pudo para arrastrarse hasta el borde de la cama donde se encontraba, notando ahora que al lado había una mesa de noche con una bandeja y una jarra de agua con su respectivo vaso. Gotas gordas de sudor aparecieron en la frente de Bell, notando que estaba débil, demasiado para incluso solo sentarse en el borde, el mero hecho de poder asumir esta posición ya era extenuante.

Dirigió su mirada a sus pies que también estaban envueltos en vendajes, soltó un suspiro antes de poner las plantas de estos contra el frio del piso de piedra. Probó suavemente que tal sentía los músculos de sus piernas para intentar pararse, pero al hacerlo cayó estrepitosamente.

No pudo estar más de dos segundos erguido antes de que sus fuerzas desaparecieran como el fuego de una vela en medio de una tormenta, intentó aferrarse a lo que pudiera para evitar caer lo más cercano fue el mesita de noche la cual de poco sirvió. Su brazo chocó contra la bandeja lo cual hizo que votase la jarra al piso.

El crujido de esta golpeó los tímpanos que no hacían más que atormentar su psique desde su lamentable posición en el piso de la habitación.

Apretó los dientes en un intento de no gritar de dolor que atravesaba su cuerpo, quizás haya estado abrumado o quizás no notó cuando unos pazos apresurados comenzaron a resonar del otro lado de una puerta contraria al ventanal.

Solo cuando la puerta se abrió se percató que no estaba solo, su primera reacción al estar en un lugar desconocido era no estar desarmado por lo que intentó sacar la cuchilla de hueso de su brazo derecho.

Pero antes de que la cuchilla pudiese perforar los vendajes que envolvían sus antebrazos, una mano se posicionó sobre ellas empujándolas nuevamente hacia su interior.

-No hagas eso, no queremos que se llegue a infectar nada.- Dijo una voz madura y tranquila.

Bell estaba por hablar pero el dueño de esta misma lo levantó con cuidado desde el suelo y lo posicionó nuevamente en la cama de la cual intentó escapar en vano.

-Eso está mejor.- Comentó el hombre.- No hagas movimientos bruscos, aún te estás recuperando.

Ahora pudo dar una mejor mirada a la persona que lo ayudó en este momento de necesidad.

¿Esta mal trabajar para una diosa si soy un Demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora