El aire que se respiraba en el prestigioso colegio san Fernando era el de la hija de el gran empresario Johnston, quien por muy poco, el era quien sostenía la mayor parte de actividades extracurriculares.
Ella andaba con su pose de chica poderosa por los pasillos del colegio.
¿Y cómo no? Si su padre era uno de los hombres más poderosos, eso era lo que ella aprendió durante toda su vida.
-Camile.-como le gustaba que le dijeran.-necesito que vayamos de compras.-le aviso su “amiga” Carolina.
-tengo conferencia con mi papi, así que no puedo ir.-luego la miro con desdén y desprecio.-¿Quién demonios eres tú para darme ordenes? –le contesto de mala manera.
Camila siempre contestaba así, nunca le importo como se escuchara.
Se sentó en una mesa exclusiva que mandaron poner especialmente para ella, no era como las bancas de cualquier cafetería, sino, con cojines, forrado de tela fina y manteles a gusto de Camila.
Con ella solo se sentaban 2 chicas más.
Carolina, quien era igual de materialista que ella, solo le importaba estar con Camila por los privilegios que esto implicaba.
Paula, ella era la única que realmente valoraba el estar a su lado, aunque no conocía su verdadero secreto, Camila no debía saberlo porque haría de su vida una miseria.
-quiero una malteada de fresa.-ordeno Camila.-para ellas de vainilla.-dijo antes de que ellas hablaran.
Jamás dejaba que ellas ordenaran algo.
La mesera se dio la vuelta y fue, sabía que en cuanto Camila hablaba debía de irse si no quería escuchar insultos.
-el sábado tengo la comida de caridad.-anuncio el itinerario del fin de semana.- mi papi me dijo que podían ir, comprara 4 platos.
-¿de mil dólares? –musito Carolina, muy asombrada.
-si.-contesto Camila sin importancia.-después viene el baile de gala.-sonrió al momento que sacaba una tarjeta dorada de su bolso.-¡mi papi me dio crédito ilimitado para nuestros vestidos!
La idea le encantaba a Paula, algunas veces revendía lo que Camila le regalaba, luego compraba ropa mucho más barata y pretendía que era de marca.
En cambio Carolina, cada vez que Camila le daba algo, iba y se lo restregaba a sus padres, diciéndole que como ellos no podían darle ese tipo de lujos.
-tienes el mejor padre del mundo.-afirmo Paula.
-dinero por tiempo.-susurro Carolina, pretendiendo que Camila no la escuchara.
Se equivoco.
Ella la miro con odio. Paula se dio cuenta de aquello.
-¿y donde será el baile? –pregunto nerviosa, tratando de desviar el tema.
-¿dinero por tiempo? –replico Camila.
Carolina la miro, se había suicidado.
-no fue lo que quise decir Camile…
-te vas a arrepentir toda tu vida por esas 3 palabras.-la amenaza era como de muerte.-levántate de mi mesa y jamás en tu miserable vida vuelvas tan solo a mirarme.-le dijo, con una voz furiosa, conteniendo las ganas de gritar, Paula miraba atónita.-¿Qué esperas?
Carolina tomo sus cosas y corrió fuera de la cafetería.
-en el palacio de rosas.-dijo calmadamente.
La mesera llego, espero a que Camila se tranquilizara un poco, deposito la malteada de fresa frente a Camila y la de vainilla con Paula, al tomar la tercera malteada Camila la detuvo.
-quédatela, como un placer exquisito para tu paladar, el cual, obviamente, no puedes pagar con tu sueldito de mesera.
Torció los ojos y miro a Paula, esta tomo el popote y comenzó a sorber, intentando esconder el miedo que su amiga le provocaba.
La mesera dio la vuelta y fue a la cocina.
-la comida será en un restaurante de new york, necesito tu pasaporte y tu visa de visitante.-le dijo.
Paula asintió sin decir nada, era la mejor idea en este momento.
*
Camila era así, no conocía más sentimientos que el de desprecio y odio, así como ser grosera con personas que tienen menos dinero que ella.
Se encontraba esperando a Frankie, su novio desde hace dos años, quien era el capitán del equipo de soccer del colegio.
Como en todo colegio, la chica más popular y capitana de las porristas, era novia del capitán del equipo más importante del colegio y además, guapo.
Camila, no lo amaba, ni siquiera llegaba a gustarle, solo que se dio cuenta de que siendo la novia del chico más guapo del colegio, conseguía ser mas envidiada, cargándole a eso que, era la rubia de ojo azul, cuerpo de modelo, así como dinero de sobra.
Y con todo eso, era la primera en sus clases, siempre sobresalía en sus notas, y no era que tuviera sirvientes que hicieran sus tareas, ni trampas en los exámenes, solo le gustaba estudiar, no era la típica rubia hueca.
-hola amor.-se le acerco para besarla.-¿Qué? –pregunto confundido.
-ese olor a podrido que tras me provoca nauseas.
-se llama sudor.-puso mala cara y se sentó a un lado ella, esta se movió dos espacios.
-el sábado tenemos planes.
-no, TÚ tienes planes y yo tengo MIS planes.-enfoco mayor tono en dos palabras.
-¿Cómo? No entiendo.
-tengo entrenamiento de 2 a 8 de la noche.
Ella rio quedadamente.
-no, tienes una comida y un baile conmigo.
Sus peleas no eran normales, a esto me refiero a que no las tradicionales, como si se olvidaba un aniversario o por celos. Sino, por los eventos sociales que Camila tenia al lado de su padre.
Frankie tenía una guerra encima, convencer a Camila de que definitivamente no iría ni a su comida ni al baile, además esto le causaba aburrimiento y desesperación.
-esos son tus planes…-Camila se le acerco, a punto de vomitar pero se contuvo.
-nuestros planes amor.-dijo amorosamente.
El sabía que tenía que aprovecharse de estos momentos.
Le paso las manos por su cuello, atrayéndolo hacia ella y lo beso.
Rápidamente correspondió el beso. Sabía bien que de estos momentos, eran pocos, lejanos.
Paso sus manos por la pequeña cintura de su novia, pegándola a él.
-la comida es a las tres…-dijo sutilmente.
-no puedo, estaré entrenando amor.-contesto igual, dejo de sentir los labios de Camila.
-si no vienes, terminamos.
Rio a carcajadas, cada vez que esto pasaba, era la misma amenaza.
-estaré disponible.-le dijo.-para todas las del colegio, tu sabes.
Bufo enojada, conteniendo su coraje entre los dientes. Se dio la vuelta y se fue.
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Amor superficial.
Romancela rubia de ojo azul y cuerpo de modelo, Camile Johnston, descubrira quien es en realidad, detras de esa ropa de marca y actitud prepotente, Christian la inducira a que se vea como en realidad es, pero todo tiene un precio, a pesar que ese precio se...