Christian Olmos, lavaplatos de un restaurante de segunda.

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Estaba disfrutando un momento lleno de emoción en su vida.

En sus manos tenia la aceptación en el colegio san Fernando y la media beca que había aplicado.

-¡crees que te pago por leer tu correspondencia! -le grito el dueño. Rápidamente gurdo los papeles en el sobre, tomo su mandil y entro a la cocina.

Se puso el mandil y prosiguió a lavar platos.

*

A gritos e insultos, logro que le dieran turnos en las tardes hasta la media noche, para asistir al colegio. Sabía que afectaría su salud pero todo era un buen sacrificio.

Logro ahorrar para comprar un par de cuadernos y ropa adecuada para ir a clases.

Llevaba su horario en la mano.

Noto que lo miraban, no le prestó tanta atención, siguió caminando.

Y era cierto, el colegio entero lo observaba, solo 10 minutos bastaron para que todos se enteraran del chico nuevo con finta de pobre.

Solo que como Carolina ya no formaba parte del círculo de Camila, ella no se entero de nada, ya que Paula era muy reservada.

Su primera clase era derecho, entro al salón y ocupo un lugar vacio, casi al final de la habitación.

No iba con la idea de pasársela bien, ni conseguir amigos, mucho menos a jugar, tanto le costó llegar hasta aquí como para echarlo a perder.

Solo se dedicaría a estudiar.

La clase transcurrió normal, o al menos eso pensaba Christian.

Sabía lo básico en derecho, así que solo se limito a tomar apuntes.

Luego vino literatura, después filosofía.

Ahora estaba en su descanso. Llego a la cafetería, la mesera le ofreció varias cosas, pero luego Christian pregunto por el menú gratis.

-en un momento.-le contesto, extrañada, nadie, absolutamente nadie pedía ese menú.

Christian no se sintió avergonzado por pedirlo, en sus condiciones no podía darse el lujo de pedir al menos una hamburguesa.

Saco su libreta, la cual un mesero le había obsequiado para que hiciera sus cuentas.

Anoto los gastos de su casa.

$140 de agua, le dio una palomita, el agua si era indispensable.

$150 de comida. Solo lo necesario en su alacena. Paloma.

$450 de los medicamentos. Era imposible eliminarlos de la lista. Paloma.

Con esto, el dinero se acabo, muy apenas le quedaba para el autobús.

-unos días sin luz no afecta a nadie.-susurro para el mismo.

Otra vez, por tercera ocasión consecutiva, no pagaría la luz.

-aquí tienes.-le dijo la mesera, depositando un sándwich de atún y una limonada.

-gracias.

Se sorprendió, hacia tanto tiempo que ella no escuchaba un gracias por parte de algún alumno.

Había considerado hacerle un ofrecimiento.

-como veo, no tienes para comprar algo.- Christian la miro, algo molesto.-sabes que aquí, por cada 10 que sacas en una nota, ¿te dan un cheque?

Era obvio que él no lo sabía.

Ahora tenía otro incentivo para sacar buenas notas.

*

Al salir de la clase de lenguas, por fin Christian noto que algo estaba mal.

-¿Cuál es tu nombre guapo?

Una chica pelirroja se acerco a él. Coqueteándole.

Le miro la cara, luego se puso sus gafas de aviador y salió al campo.

Miraba a los jugadores entrenar, subió a las gradas y se sentó, miraba un momento y después a su libreta, no sabía cómo le haría para pagar todo a tiempo.

Definitivamente los medicamentos tenía que comprarlos, así como la comida.

Solo quedaba la luz y el agua, así que necesitaba más el agua que la luz.

-hola.

Unas vocecitas de chicas lo sacaron de sus cálculos. Al levantar la mirada, vio un grupo numeroso de chicas que lo saludaba y le tiraba besos.

Sacudió la cabeza, eso no podía estar pasando.

-entonces... ¿Cuál es tu nombre?

Christian tomo sus cosas y se disponía a irse, solo que no conto con encontrarse a Camila.

-¿Quién eres tú? -le pregunto con su singular voz de autoridad.

-quien sea, a ti no te debe importar.-le contesto secamente y siguió su camino.

Amor superficial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora