C13. Maya es amor...a veces.

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—¡Paren!—exclama Cora cuando llega hasta ellos

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—¡Paren!—exclama Cora cuando llega hasta ellos.—¿Qué diablos les pasa?—cuestiona pareciendo realmente furiosa.—Gray no es esto. Gray no es para que ustedes dos vengan y piensen que esto es una ring de boxeo o un cuadrilátero de lucha libre así que en este momento los dos van a ir a mi oficina…—replica con sorna.  Zabdiel y Christopher son los únicos que los han podido separar ahora que ellos siguen retándose con la mirada el uno al otro es cuando cada uno de nosotros podemos apreciar sus golpes.—Y todos ustedes a sus actividades, ya.

Los ojos verdes de Erick se encuentran con los míos y niego lentamente antes de llevar mi atención a Joel. Él no me mira, permanece con la mirada en el suelo.

—¡Suéltame!—exclama Joel hacia Christopher y cuando él finalmente lo hace se marcha con pasos apresurados alejándose por completo de la pequeña multitud que poco a poco va deshaciéndose.

Vuelvo a mirar a Erick hasta que Zabdiel lo libera de su agarre. Sus pasos se encaminan hacia mí pero está por llegar a mi lado me alejo.—Arisbeth…para.—susurra siguiéndome.—¡Arisbeth!

—¿Qué es lo que quieres?—cuestiono frenando mis pasos para mirarlo directamente a los ojos.—¿Qué diablos quieres, Erick?

—Escúchame, por favor…

—¿Qué quieres que escuche…?—le pegunto sin apartar mi mirada de la suya.—¿Me vas a explicar por qué peleaste con Joel?

—Es que yo…

—¿Me vas a decir que él te provocó…?—me apresuro a decir.—¿En serio?

—Sólo quería hablar con él, eso es todo.

—Ajá, y entonces Joel fue quien te lanzó el primer golpe ¿Verdad?—Erick inspira con fuerza.—No te creo. Y no sé por qué pelearon pero la violencia no resuelve absolutamente nada. Y no sé porque las personas siempre terminan usándola. No solo en golpes. No solo en palabras. Comienzan por cosas pequeñas y terminan convirtiendo cosas insignificantes en guerras gigantescas en dónde los que más sufren son las personas inocentes… así que no me vengas a dar excusas sin sentido y poco creíbles porque no me lo voy a creer…—hago una pausa.—Así que si no me vas a decir la verdad, entonces no hables…

Llevo mis pasos hasta la cabaña sin mirar atrás. Apenas entró la puerta se abre detrás de mí pero no miro atrás. Me recuesto sobre mi cama escondiendo mi rostro en la suavidad de mi almohada. Niego un poco tratando de empujar fuera de mi cabeza las palabras de Erick.

—Beth…—susurra la voz de Maya.

—Ahora no, por favor…—murmuro.

—Beth…los hombres no valen la pena.—anuncia.—Ninguno. Aunque parezca que no al final de cuentas, al final de todo todo te das cuenta que todos están cortados con la misma tijera…todos son unos idiotas que no saben lo que quieren y encima de todo tienen la estúpida idea de que las cosas se arreglan a golpes y obviamente no es así…

UNA PRINCESA EN APUROS |Erick B. Colón.(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora