capítulo 5; sentimientos

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❬❛❛ Hit me with your love ❜❜❭

Harry estaba pasando por una de las semanas más estresantes de toda su vida. Se sentía estúpido y molesto consigo mismo, había estropeado la bonita amistad que tanto la había costado establecer con Malfoy con tan solo una pregunta.

¿Por qué nunca me cuentas nada de ti?

Se odiaba por haber preguntado, pero más le preocupaba la respuesta de Malfoy.

No te gustará para nada conocerme.

¿Por qué le había dicho eso? ¿Qué acaso Malfoy había estado fingiendo ser quien no era para agradarle y cumplir más rápido con su reto? ¿O es que tiene secretos tan horribles que cree que se alejaría de él si los supiera?

Nunca había tenido una pelea así, por lo general, cuando Hermione se molestaba con él o con Ron se gritaban y al cabo de unos días u horas (como se sintiera suficiente) se pedían perdón, a excepción de aquella vez que por culpa de Hermione le confiscaron su Saeta de Fuego regalada por su padrino, pero ni así, se habían saltado unos pequeños gritos. Pero esta pelea había sido diferente, en realidad, no había sido una pelea porque para pelear con alguien se tiene que hablar, cosa que Draco no había hecho desde hace días.

Nadie nunca lo había ignorado, nadie más que Draco Malfoy, y gracias a Malfoy, Harry descubrió una cosa, odiaba ser ignorado.

Harry estaba dispuesto a pedirle disculpas a Malfoy si eso era lo que se necesitaba para que le volviese a hablar, pero cada que se decidía a acercarse al rubio sentía como si su estómago fuera a explotar, era una sensación extraña, muy parecida a lo que sintió la primera vez que hablo con Cho o la que sentía cuando Malfoy le hacía algún cumplido espontáneo, y terminaba por acobardarse, eso no es muy Gryffindor de tu parte, Harry, se decía a sí mismo, pero no podía evitarlo, solo tenía una oportunidad para arreglarse con Malfoy y no quería estropearlo con su torpeza natural.

—¡Ronald, te he dicho que no comas de esa manera! —Escuchó los gritos de Hermione mientras caminaba hacia la mesa de Gryffindor.

En vista de que Malfoy no estaba nada contento con él, tendría que volver a comer con sus amigos, lo que significaba estar en medio de las peleas de Ron y Hermione.

—Hermione, ¿no entiendes que este hermoso cuerpo necesita combustible? —Escuchó la voz de Ron—. Si no como mi ración diaria de pollo este hermoso mecanismo de estropeara, ¿eso quieres, mujer? ¿Arruinar la máquina?

—Bueno, pues a la máquina le dará un ataque cardíaco por tanto colesterol si sigue tragando como perro callejero en taquería.

Ron emitió un quejido de indignación, pero se calló en cuanto vio a Harry acercarse, reemplazando su mueca de indignación por una sonrisa: —¡Harry!

—Harry, qué milagro verte a la hora de la comida —dijo Hermione emocionada—, ¿nos acompañaras?

Harry sonrió, asintió y se sentó al lado de Ron que engullía puré de papas como si no hubiera un mañana.

—No exageres, Hermione, me ven todo el tiempo, somos de la misma casa —repuso Harry, sirviéndose un poco del dichoso puré.

—¿Bromeas, amigo? Es como si nunca estuvieras aún cuando estás aquí, siempre estás metido en tu mundo —dijo Ron.

Era cierto, Harry todo ese último mes se la había pasado deambulando por la vida sin ser consciente de nada, por lo general, estaba toda la mañana pensando en que le pediría a Draco que llevase de comer esa tarde, de que hablarían y que le contaría. Por lo que en la hora del desayuno se la pasaba perdido en su mundo, y de las clases ni se diga. Al llegar la tarde se desaparecía para comer con Draco y cuando regresaba con sus amigos se perdía repasando mentalmente una y otra vez las conversaciones establecidas aquel día con el rubio, era como estar drogado.

BubblegumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora