Quimera

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Él no sabe cómo va a acabar esta situación, pero no le gusta la forma en la que se están desarrollando los acontecimientos.

Sale de la reunión de la empresa con cierta preocupación por los temas discutidos en ésta. El proyecto científico que él va a dirigir ha sido apoyado por el gobierno del país y ciertos grandes accionistas, interesados en los descubrimientos que se pronostican hacer en breves, han asistido a la junta anteriormente mencionada.

Aunque ni siquiera la propia persona que tiene que dirigirlo todo tiene fe en sí mismo, al fin y al cabo ¿Cómo van a vencer a la muerte?

El hombre se encamina, recorriendo las calles de la ciudad, hacia el pequeño apartamento en el que vive para obtener su tan merecido descanso.

A la mañana siguiente todos los que estuvieron en aquella asamblea amanecerán muertos.

La causa de la muerte de todos los individuos se certificará simplemente como parada cardiorrespiratoria.

Aquel científico con dudas sobre lo que van a realizar, en sus últimos segundos de vida, siente una respiración profunda cerca de su oído y una mano fría acariciando su frente.

Las palabras son pronunciadas por aquel ser de una forma extrañamente suave y grave a un mismo tiempo, mientras que el tono roza cierta condescendencia e incluso un atisbo de cariño.

—No tendrás que vencerme. Ya tampoco tendrás la oportunidad de cometer cientos de atrocidades intentándolo. Aún no lo comprendes, pero me lo agradecerás.

Y como ya sabemos, en unos instantes fallecerá.

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