Decadencia

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En el planeta gaseoso que orbitaba alrededor de una gran estrella giraban múltiples satélites. Entre todas aquellas lunas solo una de ellas había estado habitada por seres racionales a lo largo de su historia.

Habían existido cuatro razas inteligentes en aquel mundo, la primera había sido anterior a las otras, mientras que las demás habían sido contemporáneas. A otras dos  les había advenido la destrucción, aunque no había sido por no saber gestionar los recursos que la luna les ofrecía, sino que ambas civilizaciones habían favorecido su extinción entre ellas.

Sólo persistía la última de las cuatro.

Aquellos millares de seres vivían en una enorme estructura construida con un material azul oscuro, casi negro, que producían los propios seres.

El nido era una enorme construcción de forma cónica, las paredes estaban formadas por cúmulos de material de forma redondea unidos entre sí, sin dejar ningún espacio entre ellos. El interior estaba repleto de cientos de miles de túneles y galerías por los que había una actividad frenética de seres cuyo aspecto era el de una bola amarillenta y peluda que se desplazaba gracias a los tres pares de patas que estaban repartidas a los lados de su cuerpo. Estos eran los que se encargaban de todo el trabajo en aquel panal extraterrestre.

En el siguiente nivel de su jerarquía se encontraban los protectores, que se encargaban de evitar las agresiones al nido, ya que eran extremadamente fuertes. Estos eran del mismo color azul oscuro que el lugar que habitaban. Eran mucho más grandes que las obreras y de forma completamente distinta, puesto que tenían la piel escamosa, grandes fauces repletas de dientes azulados, ojos que eran completamente del color del resto de su cuerpo. Además se erguían sobre sus piernas, de forma bípeda.

Pero quien realmente controlaba la colmena era la "reina". Un ser de aspecto monstruoso, que solía tomar la forma de los protectores, pero mucho más colosal y aterradora, como si solo fuese una masa informe que trataba de convertirse en uno de ellos de un tamaño mucho más grande. Daba la sensación de ser un ser casi líquido puesto que su forma siempre tenía cierto  aspecto derretido. Y es que normalmente adquiría la forma anteriormente mencionada, pero podía tomar cualquier aspecto, desde la de un animalillo pequeño, o una masa que se arrastra por el suelo hasta la de la terrorífica bestia que solía ser.

Una de las obreras estaba caminando por una de las estrechas galerías que llevaba desde el exterior hasta el centro del nido, transportando la comida que había recolectado al salir a la superficie de la luna.

Se podría decir que esta criatura es distinta a las demás de su especie, puesto que sabe algo que las demás obreras no conocen. Algo a lo que le lleva dando vueltas durante años, ya que estos son seres racionales, aunque a veces no lo parezca.

No lo parece más que nada porque ninguno de los individuos de cualquiera de las clases de esta sociedad sabe ver más allá de sus obligaciones y deberes.

Es decir, habían abandonado cualquier tipo de individualismo sin que si quiera existieran conceptos como la pasión por descubrir cosas que se escapan de su comprensión, la búsqueda del conocimiento o las relaciones afectivas entre unos y otros.

Ni una sola de estas formas de vida, pertenezcan a la clase que pertenezcan, conocían su historia.

Aunque ellos no tuviesen la más mínima idea, su especie, en tiempos antiguos, había sido la especie dominante en aquella luna, haciendo descubrimientos asombros e importantes avances científicos. También se transmitía el conocimiento de unos a otros. Distaba mucho de ser un mundo perfecto, pero por lo menos cada uno de ellos ocupaba un espacio independiente.

Esa época dorada había perecido hacía tiempo.

Aquel ser amarillo y repleto de pelo en el que nos centramos sabe algo que los demás no, aunque este tampoco tenga la menor idea de que ocurrió antes de que él mismo existiese.

Tiene un conflicto interno importante: ¿Qué pasaría si...?

¿Qué pasaría si tratase de ser libre? ¿Intentarían matarlo los protectores?

Sus recuerdos vagan por un suceso que, aunque su mente suele evitar de forma consciente, siempre tiene muy presente.

Había pensado muchas veces sobre que había significado ese episodio, en porqué esa criatura se había transformado en eso.

Lo que recuerda es a una obrera, uno de ellos pero que ya no lo era. Se había convertido en una masa de color añil, que se arrastraba torpemente por el suelo, también había una especie de cáscara de color marrón en el suelo, a su lado. En ese momento llegaron los protectores, aniquilando de forma instantánea a la obrera entre sus fauces e instando a quien estaba observando toda la situación a volver al trabajo lo más pronto posible.

Finalmente había llegado a una conclusión en base a lo que había visto. Había salido de su cuerpo y si uno de los suyos podía hacerlo entonces él también. Quizá así no tendría que volver a trabajar en el nido. Solo tenía que asegurarse de que los protectores no lo notasen, algo que no sería ni mucho menos fácil.

Se desplazó hacia una de las galerías abandonadas del nido, las cuales ya no tenían ninguna función.

Entonces lo hizo de forma instintiva. Su piel se fue agrietando como si tan solo consistiese en una cáscara, de la que salió una amalgama oscura, en la que él se había convertido. Su anterior cuerpo quedó tirado en el suelo, tornándose rápidamente de color marrón.

Él notó que casi no podía moverse, pero intentó arrastrarse a través de los distintos pasillos buscando una salida hacia el exterior del nido.

Cuando casi se estaba dando por vencido, pensando que terminarían atrapándolo, encontró un pequeño agujero en una de las paredes, por el que entraba la luz. Reptó hacia la abertura como pudo y finalmente salió.

Por primera vez en mucho tiempo sintió que era libre.

Algo que él desconocía era el hecho de que en un tiempo anterior aquello era lo que todos los seres de su especie hacían, salir del caparazón. Sin embargo, con el tiempo las clases superiores dentro de su sociedad habían conseguido que las obreras no supiesen tal cosa, matándolas en el acto cuando conseguían escapar de la prisión que les habían impuesto. Las privaban de toda libertad y nunca tenían el menor conocimiento de que podían liberarse, al fin y al cabo, todo testimonio de épocas anteriores había sido destruido.

Volviendo a aquel ser, él ya no sabía exactamente lo que era.

Fueron pasando semanas. Los primeros días pudo sobrevivir a duras penas, pero conforme pasaba el tiempo se iba haciendo más fuerte. Podía tomar distintas formas que le permitían desplazarse mejor o conseguir alimento con mayor facilidad. Podía convertirse desde en un pequeño animalillo hasta en un aterrador monstruo gigante.

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Pasaron los años.

La "reina" del nido pensaba en su pasado.

Ahora era libre, había formado su propio nido. Aunque no se daba cuenta de que a costa de su libertad esclavizaba a cientos de seres que al fin y al cabo habían sido como ella.

Los distintos nidos esparcidos por la superficie de la luna eran  lo único que había quedado de aquella floreciente civilización, como si ya no fuesen otra cosa más que animales.

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