Capítulo 11: Dolor en el Alma

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La sala de espera de urgencias se sentía fría y solitaria. Era como si se respirara un aire angustioso cargado de ansiedad.

Paredes de azulejos blancos, que reflejaban la desesperación y preocupación de familiares esperando noticias y de pacientes para ser atendidos.

Sacó del bolsillo su teléfono, observando por largos segundos la pantalla negra bloqueada. Después, mandó un mensaje a Katsunori, como su padre, tenía todo el derecho de saber lo que estaba ocurriendo con Tetsu y, aunque aún se encontraba fuera por asuntos de negocios, sabía que en cuanto le dijera que Tetsu se encontraba mal, iba a ir inmediatamente.

De vez en cuando levantaba su vista, únicamente hacia las dos puertas metálicas por las que se llevaron con urgencia a su hijo, autoconvenciéndose de que todo estará bien, de que en cualquier momento aparecerá Midorima por esa puerta para decirle que sólo fue un pequeño susto y que Tetsuya estaba bien.

Aunque el ambiente no ayudaba mucho a tranquilizarse...

—¿Has visto lo que has conseguido? Todo esto ha sido por tu culpa, por querer que las cosas siempre se hagan como tú quieres —protestó Kagami hacia Akashi.

—¿Mía? Yo no he sido a quién han encontrado siendo infiel, precisamente —se defendió—. No culpéis a otros de vuestros errores, porque vosotros deberíais haber ido con la verdad por delante.

—No podías haberte quedado quieto, no. Tú tenías que malmeter, porque si no malmetías, no eras el don absoluto —gruñó levantándose de su lugar, yendo hasta su hermano para encararle.

—No iba a seguir permitiendo que siguierais engañando a mi omega tan descaradamente —no se dejó intimidar por el alfa menor.

—Sí claro, que eso es lo que a ti tanto te preocupaba y no te dejaba dormir por las noches. ¡Y una mierda! Tú lo que querías era conseguir que te hiciera caso o algo, o quedar bien con él.

—¿Podéis dejar de decir gilipolleces? —estalló Aomine, fúrico—. Me importa una mierda ahora mismo qué tan macho alfa sois, o quién tiene la culpa o no, que mismamente yo soy el culpable de todo. Ahora mismo, lo que me importa, es la salud de mi hijo, y que cuando salga de una vez el médico, me diga que todo está bien con él.

Ambos hermanos se miraron con culpabilidad. Aomine tenía razón, ahora mismo no era momento para estar buscando culpables, o quién tenía más culpa que otro, sino de saber sobre la salud de Tetsuya.

—Lo siento —se disculpó Kagami, sentándose a su lado y abrazándolo. Se maldijo internamente. Como su alfa, debía estar a su lado, apoyándolo y tratándolo de calmarlo, no peleando.

Tuvo que pasar media hora más, para poder saber algo.

—Aomine —el moreno se levantó cuando Midorima se acercó a él. Sus manos sudaban y sentía con un gran miedo en su interior.

—¿Ya sabes lo que le pasa? —un silencio por parte del médico a la vez que desviaba su mirada, hizo ponerlo más nervioso—. Midorima, por favor, ¿qué es lo que tiene Tetsu?

—Ven, iremos a mi consulta mejor —sin decir nada, lo siguió expectante. Kagami apretó su mano para tratar de reconfortarlo, y Akashi los siguió en silencio. Entraron y le indicó a su amigo que se sentara. Los hermanos alfa se quedaron de pie, Taiga detrás de Daiki, apoyando sus manos sobre los hombros ajenos. Una vez acomodados, el de cabellos verdes empezó a explicar—. Verás, me llegaron hoy los resultados de Tetsuya-kun, y te quería llamar para decirte de ellos, pero después de todo esto del ingreso, hemos podido corroborar lo que tiene Tetsuya-kun; Aomine, tiene anemia de Fanconi.

Rompiendo Las Reglas (KnB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora