Capítulo 5: Amenazas

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El resto de la cena pasó sin precedentes, hasta que llegó el momento en que la velada debía concluir. Kuroko, como cada fin de mes, se iría por unos días a casa de su padre, quién estaba encantado por tenerlo allí.

Después de dejar a Aomine en casa, incluso a Kagami ya que vivía en el edificio de al lado, padre e hijo se marcharon dirección a casa. Daiki se despidió rápido del pelirrojo y subió lo más rápido posible a su apartamento, no quería otro encuentro con él ni que pasara nada.

La casa para él solo siempre le pareció solitaria y demasiado grande. Era cierto que Tetsuya no era precisamente un chico que hiciera ruido o se hiciera notar, todo lo contrario, pero los desayunos y cenas, siempre los pasaba con él.

Los días que siempre pasaba en casa de su ex marido, se le hacían eternos sin él, aunque su hijo ya tuviera una edad considerable como para echarlo de menos porque no pasara tiempo con él.

Lo único que pensó bueno, es que en esos días que Tetsuya no estaba, no tendría que verle aparecer el rostro por su casa, y se sentía tranquilo, no después de ese pequeño incidente entre ellos en el baño del restaurante.

El último día que le quedaba por pasar solo, amaneció con una fiebre muy alta y un dolor de garganta considerable. Llamó al trabajo para informarle a Imayoshi si se podía pedir el día libre, quién se lo dio, y después llamó a Kuroko, para decirle que se quedara en casa de su padre al menos un día más, para evitar contagiarle.

Llovía fuerte, el día se tornó bastante gris y sin dejar de llover. Sentía su cuerpo pesado, por no decir acalorado por la fiebre a la vez que sentía mucho frío. Iba a desayunar, pero no tenía ni ganas de prepararse al menos algo caliente, por lo que mejor, volvía a la cama.

No pasaron más de tres horas, según el despertador de su mesilla, cuando sintió cómo tocaban el timbre. Fuera quién fuera, no iba a abrirle, eso lo tenía seguro, se encontraba demasiado débil y demasiado calentito en la cama como para levantarse.

Lo que terminó de alarmarle fue al oír la cerradura de la puerta principal abrirse. Podría tratarse de un ladrón, aunque pensó que el cabezota de Tetsuya hubiera regresado antes de casa de su padre para no dejarlo solo, o incluso Satsuki, que al enterarse de que se encontraba enfermo, capaz de traerle alguno de sus bentos incomibles.

—¿Aomine? —oyó una voz desde la entrada. Se tapó completamente con las sábanas al oírla. No, no podía ser verdad, seguro que con la temperatura tan alta, estaba empezando a delirar. Sí, seguro era eso, esperaba que fuera eso.

Unos pasos acercándose a la puerta de su habitación, seguidos de unos toquecitos en ella.

—Aomine, ¿estás bien? Soy yo, Kagami, Kuroko me llamó y me dijo que te encontrabas enfermo y que si podía pasarme a ver si todo estaba bien.

—Vete. ¿Qué haces en mi casa? ¿Cómo mierdas has entrado? —la puerta se abrió, después de un permiso dicho por parte del pelirrojo—. ¡Que no entres!

—Kuroko me llamó, me dijo que tú no le dejarías entrar para no contagiarlo, por eso me pidió a mí el favor. Él me dijo dónde se encontraba la llave de repuesto para poder entrar.

—Gracias por molestarte, pero no necesito nada, lárgate ahora. Estoy bien. 

—No, no lo estás —se acercó, posando su mano en la frente caliente del moreno—, estás ardiendo en fiebre. Voy por un termómetro y unos paños húmedos para bajarla.

—Te he dicho que estoy bien, márchate ahora. Te recuerdo que acabas de entrar en la casa dónde vive un policía, que no te quiere aquí, así que podría llevarte arrestado.

Rompiendo Las Reglas (KnB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora