Capítulo 26

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Su cuerpo temblaba y dolía al mismo tiempo, sus alas y sus costillas protestaban por los bruscos movimientos que había hecho hace unos cuantos minutos, aunque él no se arrepentía de haberlo hecho. Lo único que le importaba era que había logrado hacer que aquellos que estaban en la habitación se fueran dejándolo solo.

Él vio sus alas, eran iguales que las suyas, pero se rehusaba a creer en ellos solo por la apariencia. Apretó su agarre alrededor de sus brazos al recordar a aquella chica que lo había llamado por su nombre.

¿Por qué lo sabía? ¿La conocía? ¿Ella fue quien lo salvó?

No estaba seguro, no podía recordar nada desde que vio aquella figura salir entre los arbustos, pero siquiera así había podido ver con claridad la identidad de aquella criatura.

Lo único que podía pensar era en que no debía confiar en nadie.

Sus ojos se abrieron cuando un pensamiento lleno su cabeza.

Si ya estaba en el páramo entonces, ¿qué había pasado con aquellos humanos?

Seguramente habían huido, y si lo habían hecho con las manos vacías, entonces una muerte rápida no les vendría mal. Yoshida no aceptaría eso jamás, se había quedado sin una atracción principal, si ellos habían vuelto entonces era mejor que salieran de la ciudad sin un rumbo en donde él pudiera localizarlos fácilmente.

Sintió sus ojos pesados al haber llorado, su cuerpo ahora estaba en malas condiciones, si quería escapar debía recuperarse pronto.

Detalló el entorno en el que se encontraba entornando los ojos, intentando encontrar algo que delatase las intenciones de quienes lo tenían retenido en ese lugar.

La camilla en la que había despertado estaba hecha un desastre. Las ventanas pequeñas, y por las que no podría pasar con facilidad, estaban abiertas, dejando que la luz entrara con facilidad en la habitación, todo el lugar estaba construido de madera, algo que le dio un sentimiento de nostalgia y ganas de llorar, sin saber bien el porqué.

Quiso levantarse de su lugar para poder recorrer el lugar, pero el dolor en su cuerpo pudo más que cualquier deseo que tuviera en ese momento. Sus dientes apresaron su lengua para ahogar el dolor que había recorrido su cuerpo de arriba a abajo.

Se hizo un ovillo al escuchar su estómago rugir con ganas.

No he comido desde hace dos días. Yoshida no dejó que lo hiciera...

Con ese pensamiento levantó su cabeza con rapidez al darse cuenta de algo importante que no se había detenido para pensar con precisión.

¿Cuánto tiempo llevo inconsciente? No tengo manera de saber con exactitud sin preguntar, lo que quiere decir que...

Su rostro cambió a uno de desagrado e incluso se le salieron un par de lágrimas.

Llevo mucho más tiempo del que creía sin comer algo.

Fue en ese momento que escuchó la puerta abrirse.

Ignorando el dolor en su cuerpo y negándose a mostrar cualquier signo de debilidad, se levantó de un salto encrespando sus alas para parecer más amenazante de lo que era, a pesar de que su interior temblaba de miedo e intentaba ocultar el dolor. Esperaba que esa fachada fuera más que suficiente para alejar a cualquiera, sabía que si se acercaban más de lo planeado esa simple máscara se desharía y terminaría en el suelo mientras temblaba por el miedo que lo invadía.

Por la pequeña abertura de la puerta se asomó una cabellera rubia, como si tratase de investigar lo que pasaba dentro de la habitación.

Tsukishima, al ver a Kageyama ponerse en una posición intimidante, se apresuró a salir del lugar.

Bajo el calor de tus alas [Kagehina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora