Capítulo 10

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─¿Cómo las conseguiste? ─ Preguntó Tobio con sus ojos abiertos por la sorpresa.

─ No es la primera vez que los humanos cruzan las fronteras del páramo y este mundo ─ dijo mientras seguía con su tarea de curar sus heridas ─ De hecho, cada vez que cruzan en busca de nuevas atracciones, pido que busquen esta flor; ellos acceden por las propiedades medicinales que tiene la glicina, por lo que también aprovechan esto para hacer un poco de dinero.

─ ¿Ellos viajan seguido al páramo? ─ dijo atento a la respuesta que saldría de la boca del hada.

─ Sí, la mayoría de veces atrapan a las hadas florales ─ Kageyama abrió sus ojos al escuchar esa respuesta, sintió pena por aquellas pequeñas y desafortunadas hadas que paseaban por ahí. ─ Como sabes las hadas florales son pequeñas, por lo que las demás especies no notan su falta; además que están por todos lados, al igual que los duendecillos.

Kageyama rió un poco al recordar a esos duendecillos vagando por el bosque en busca de árboles grandes para establecer sus colonias.

─ Los duendecillos son muy molestos ─ dijo sin quitar la sonrisa de su rostro magullado.

─ Lo son ─ dijo Arabella resoplando.

─ ¿Alguna vez han logrado capturar algo más? ─ dijo con un tono serio.

─ Sí ─ Arabella respiró de manera profunda y habló de nuevo ─ Hasta ahora han logrado capturar elfos, hadas, duendecillos, sirenas... pero eres el primero de tu especie.

─ Que suerte ─ dijo con sarcasmo, parecía que el mundo estaba en su contra.

─ ¿Qué fue lo que hiciste para que Yoshida te golpeara así? ─ dijo finalizando su tarea, lavó sus manos con agua y se sentó a su lado dispuesta a escucharlo.

Kageyama desvió su mirada y apretó sus puños al recordar esa fría amenaza.

─ Dijo que no debía cubrirme con mis alas cuando bajaran la tela ─ dijo sin mirar al hada a su lado.

─ Y fue lo que hiciste ─ completó con un murmullo.

─ No les daré lo que quieren, no puedo confiar en nadie... ni siquiera en tí ─ dijo, esta vez la miró de manera acusadora, algo que hizo a Arabella tensarse; su mirada tan profunda era aterradora, no parecía la mirada de un niño de su edad.

─ Eso no es cierto... Puede que no confíes en mí, pero aún hay alguien aquí en quien puedes sostenerte y los únicos que podrían mostrar respeto e inocencia ─ dijo impresionando a Kageyama, quien abrió sus ojos en espera de que revelara a esos seres que parecían ser puros y de los que hablaba con confianza y sin titubear ─ Los niños son personas que aún conservan las purezas de sus almas.

«La niñez es uno de los escalones antes de ser adultos, todos ellos fueron niños algún día, pero ellos fueron corrompidos por esta raza tan miserable, siendo obligados a dejar su inocencia a un lado y volverse odiosos adultos a los que tanto tememos y repudiamos.

Aún hay algunos niños en los que se puede confiar»

Kageyama arrugó el entrecejo ante esa última oración.

─ ¿Algunos? ─ dijo con duda.

Arabella asintió y siguió hablando con calma.

─ No te equivoques, eso no significa que no haya niños malos y tan codiciosos como los adultos, pero debes saber que no es su culpa. Ellos fueron obligados a actuar de esa manera, siendo guiados por las enseñanzas de otros adultos, quienes tuvieron la misma suerte; pero ellos ya no pueden salir de ese camino, ya no pueden cambiar su forma de ser.

Bajo el calor de tus alas [Kagehina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora