Y danzando entre remolinos de flores celestes, recordó ese juramento añejo. La fe en una vida eterna y su amor constante, mismo que vio perecer en un tiempo pasado. Voto hecho con sangre, del corazón a su alma.
Sentimientos atesorados en el zodiaco y sobrescritos en el etéreo mar de las galaxias. Notables entre los astros, que declinan ante su grandeza. Aún los zafiros no conocieron tan vasto afecto.
La historia de una pasión que trascendió al más grande sacrificio hecho por los dioses, envidiado en el paraíso, codiciado en el seol.
Ella, fue víctima de una promesa y él, esclavo de su mirada.