Esta es una historia que le fue posible recordar en aquel invierno interminable, pero tan breve como la nieve en primavera.
Pasado el cálido encuentro de sus miradas. Al igual que el nacimiento de ella, rodeada de caos y perfección. Recordó los sonidos emitidos por su boca, una dulce melodía que daba vida al corazón que pereció hacía mucho tiempo.
En lo infinito de su vida jamás se atrevería a pronunciar esa promesa. Destinados a no ser, pero juramentados a permanecer inseparables.
Las palabras pronunciadas en ese día sonarían con eco durante muchos siglos, sólo eran inaudibles para él.
Ella, creadora de vida. Él, peste entre el universo. Contrastando tanto como la luz en la oscuridad.