Bajo el follaje nevado promulgaron su amor. Ahí mismo la vio descender.
Su fugaz romance centelleó lo mismo que la nieve.
Él se encontraba en la oscuridad. Ella arribó en el más duro invierno de su vida.
Dos espíritus que erraban en el vacío emergieron de la penumbra.
Mostraron al mundo la luz de su alma. La humanidad palideció ante el cálido color de ese encuentro.
El espacio y tiempo colapsaron con su mirada, en el lugar de reposo y en el hades supieron de ellos. Mas los dos amantes en su embriagues de cariño reposaron de aquella travesía por el cosmos.
Él, con sus palabras la sentenció. Ella, con su devoción lo corrompió.