La humana que se odiaba

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Advertencia: Mención de tortura, sangre/gore. Tal vez sí sea un capítulo suave, quién sabe, ¿no?

...

Su mejilla ardía, la cachetada que había recibido el día anterior fue tan fuerte que el mínimo movimiento de su cara le dolía, la marca quedaría como una semana, no era café por lo menos, eso era bueno... Así se ahorraría las preguntas. La chica se encargó de despertar a su hermano menor, Natsuo, quien estaba sentado en su cama, debatiéndose si moverse o no, ambos bajaron a la primera planta en donde encontraron el desayuno hecho.

Shouto bajo a los minutos después, teniendo vendas y parches por todas partes de su cuerpo, miraba para todas partes, cuando salió de su trance saludo a sus hermanos, estos le dieron sus medicamentos — los cuales debían de esconder constantemente —, ambos tenían miedo a lo que el menor podía ver, le observaban cuando él estaba distraído, su comportamiento no cambiaba a menos que tomara sus pastillas y ellos se harían cargo de ello, gracias a que su padre las ocupaba como castigo o recompensa, ¿qué diablos creía que era Shouto? ¿Un perro? ¿Una cosa cualquiera? ¡Qué hipócrita era ese monstruo!

Fuyumi acumulaba una impotencia muy grande, ¿qué pasa cuando nadie puede soportarlo más? ¿Puedes hacer algo que te arrepientas? ¿Puedes llegar a lastimar a alguien? ¿Cuál será el punto de quiebre en todo esto? ¿Debe de aguantar o liberar? ¿Cuál era peor?

No lo supo hasta que fue muy tarde...

...

Caminaba con la cabeza en alto, sonriendo, la verdad es que desde que conoció a Rumi cambió, ahora era una persona muy cálida, el cambió fue brusco para algunos, pero la albina sentía que no debía ocultar esa faceta, debía dejar de fingir... O tal vez engañar al resto, ¿por qué siempre terminaba así? Odiaba ese desenlace. 

Ella llegó a su escuela siendo recibida por su clase. Ella amaba la escuela, amaba poder ser libre allí y sin preocupaciones por lo menos unas horas cinco días a la semana, pero cuando el timbre de salida sonaba la carga de la impotencia llegaba otra vez. Como odiaba aquellas cosas, ¿por qué nadie se daba cuenta de su maquillaje? Claro... Porque a esa edad es común, pero, ¿nunca nadie se dio cuenta si quiera un poco? Odiaba a esos ignorantes que creían que ser hija de un héroe reconocido era increíble, esos tontos no sabían nada, absolutamente nada.

Había una chica en su clase que le odiaba, la verdad es que el sentimiento era mutuo, era una chica mimada hija de mamá y papá, lo peor es que ambos trabajaban en la escuela y consentían a la muy malcriada. La odiaba no por esos hechos, le daba lo mismo aquello, la odiaba porque le encantaba hacerle la vida imposible, solía esconder sus cosas, rayarle su escritorio o dejar notas en su casillero.

"No te preocupes", solía decirse, "no vale la pena". 

Hasta ese día en que su santa paciencia se acabó...

...

Todo el mundo era idiota, un grupo enorme de estúpidos que no sabían ocupar su maldita cabeza o simplemente eran tan vagos que no les gustaba hacer las cosas... Por cosas como esas era en que estaba en esa situación.

Su padre le arrastraba por la casa hasta su oficina, Natsuo estaba en su habitación, encerrado por culpa de ese hombre, Shouto estaba tirado por allí en el suelo, con dos posibilidades, o inconsciente o atrapado en su enfermedad. Ella se quejaba por el agarré del hombre, pero este solo hacía más fuerza.

—¿¡Cómo m**rd* se te ocurre pelearte en la escuela!? — gritó una vez que estuvieron en su habitación — ¿¡Sabes la vergüenza que me hiciste pasar!? ¡Esa niña tiene la cara morada por tu culpa!

Niños madurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora