Entre más lo pienso más me siento humillada. ¿acaso nadie va a acostarse conmigo a menos que le paguen? Bueno quizás eso fue mi culpa. Me encargué de espantar a todo ser que se me acercara, aunque no me arrepiento tanto que digamos. No tenían las mejores intenciones.
Quizás ahora lo diferente es que al sujeto X le pagan por sus servicios, técnicamente lo estaría utilizando por un fin a mutuo acuerdo- aunque precisamente yo no hice el acuerdo, detalles.- y en los otros casos la utilizada iba a ser yo. Énfasis en la palabra utilizar, si pensaban que solo al ser delgado te veían como juguete sexual, descubrí de la peor manera que al estar gordo te conviertes en un fetiche de igual forma, pero ese es tema para otro momento.
Camino lo más rápido que puedo con mis temblorosas piernas y respiro una ultima vez antes de abrir la puerta. ¿quién más sería exactamente a esta hora? Quito la cerradura lentamente al mismo tiempo que siento como mi corazón se acelera y mi respiración se intensifica.
-Hola Gina, ¿me dejas pasar?- ningún ruido saldría de mi garganta en este momento, así que solo me hice a un lado mientras abría más la puerta. Tenía frente a mí un hombre alto, muy alto, de hombros anchos y cabello oscuro. Me quedé de pie en la puerta mientras lo seguía con la mirada, debía parecer una estúpida total pero no salía de mi asombro. Lo vi quitarse el saco y dejarlo sobre una de las sillas- ¿vienes?- dijo mientras se acomodaba en mi sofá, una fugaz sonrisa se asomó en su rostro.
-Si, si.- mi voz salió más temblorosa de lo que pensaba. Definitivamente esta situación debía ser entretenida para él. Cerré la puerta mientras sentía su mirada en mi espalda, como si midiera cada uno de mis movimientos y por supuesto tenía razones. En este momento podría tener algún ataque de pánico y salir corriendo. ¿no creo que me robe nada si lo dejo solo o sí?
Reuniendo un poco de valor caminé hasta ubicarme a unos pasos de distancia y los nervios me atacaron una vez más.
- ¿quieres algo de tomar? Tengo vino, soda, limonada, si prefieres puedo prepararte una taza de té o no sé si seas más una persona de café.- verborrea... justo ahora tenía que pasarme.- En el caso de que te guste el café no tengo muchas opciones, pero creo que en el fondo de la alacena tengo un par de instantáneo.
-Gina...- inició.
-Si no te gusta el instantáneo, podemos pedir a domicilio, bueno no se que tiendas estén abiertas pero de seguro algún lugar te puedo conseguir...- me detuve al ver su rostro. Por más que estuviera intentándolo y que cubriera la mitad de su rostro en plan "estoy prestando atención" era notorio que su risa era inevitable. Genial, ya sabe que soy una payasa.- Lo lamento, estoy nerviosa.
Nerviosa era la palabra más pequeña para definir lo que sentía en ese momento. Pero no podía decirle al hombre que por cierto no se el nombre que tengo ganas de lanzarme por el balcón.
-Tranquila, no voy a hacer nada que no quieras.- se levantó del sofá y se situó frente a mí. Me fue imposible no levantar el rostro y aprovechar la cercanía para mirar su rostro. Ojos rasgados, labios bonitos, muy proporcionado el sujeto.- sé que debes estar asustada por lo que cambiaré un poco lo que acostumbro a hacer ¿te parece?
Solo pude asentir. Presionaba mis labios por miedo a dejar salir algún monólogo del pan o peor aún que empezara a hablar sobre mi obsesión por Rupaul's Drag Race. Me tomó del brazo y me condujo hasta que me senté en el sofá, seguidamente hizo lo mismo.
-¿Co... cómo te llamas?- Bien Gina, una fácil. Merecías saber el nombre del extraño en tu apartamento.
-No suelo dar nombres- dijo en tono áspero mientras una de sus manos tocaba la que dejé sobre el respaldar- pero tú, puedes llamarme Beck.
Sentía que su voz estaba borrando mi juicio. El poco que me quedaba desde hace una semana cuando acepté.
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¡Feliz Cumpleaños Gina!
ChickLitGina está muerta de los nervios, sus amigas eligieron una forma "diferente" de celebrar su cumpleaños y no está segura de como logrará sobrevivir la noche. ¿Acaso ser virgen a los 28 es un pecado?