Capítulo 4: Si me lo permites...

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-Beck- repetí– me gusta, es corto. ¿Sabías que se recomienda que al nombrar animales uses nombres de una sola sílaba? – Señor córtame la lengua- no es que tu seas un animal, eres un humano... un humano muy guapo. Bueno técnicamente todos somos animales.- coloqué mis manos en el rostro como si eso ayudara ante tal humillación.- lo estoy haciendo de nuevo, lo siento tanto.

- Creo que yo puedo ayudarte con eso- dijo sin titubear.- cierra los ojos.

Lo miré por un largo rato a los ojos esperando que se riera o que dijera algo más. Pero su "cierra los ojos" sonaba más como una orden a una sugerencia. Solté un suspiro e hice lo que me pidió luego de que el silencio me lo ordenara de nuevo. No se movería hasta que lo hiciera.

Sentí como el sofá se hundía a mi lado, lo cual significaba que estaba a mi lado. Podía aspirar su colonia por completo y sentir algo del calor que emanaba de su cuerpo. Definitivamente no es necesario aclarar que brinqué como perrito asustado cuando sentí su mano en mi brazo haciendo que abriera los ojos.

-¿Acaso no sabes jugar Gina? Ciérralos.- conté hasta tres y los cerré de nuevo mientras acomodaba mi cabello detrás de la oreja.- Bien.

Una vez más sentí su mano, evité bajo todos los medios abrir los ojos mientras esta se deslizaba casi sin rozarme hacia arriba. Hizo su camino desde mi brazo hasta mi hombro en donde acarició un poco más mientras mi corazón se aceleraba. Se sentía cálido y aunque me cueste admitirlo me gustaba, creaba cierta confusión, una combinación de calma con adrenalina. ¿Quería dormirme o quería despertarme?

Subió un poco más hasta llegar a mi mejilla en donde sin pensarlo moví mi cabeza para presionar más sobre su palma. Ya entiendo lo que sienten los perros cuando los tocan, esto es genial.

-Quieta- dijo mientras su aliento chocaba con mi rostro. Sentí sus labios detrás de mi oreja provocando que me encogiera de hombros un poco por la sorpresa, el soltó una pequeña risa.

-Me alegra que mi situación te divierta un poco- dije mientras abría los ojos.

-Si te soy honesto es algo fascinante para mí- contestó. – es evidente que te estas forzando a hacer esto, pero puedo sentir que lo deseas.

¿Lo deseo? El extraño acaso me conoce más de lo que me conozco a mi misma. Es decir, obvio siento algo de atracción, no soy de piedra. Tengo dos metros de hombre frente a mi tocándome más íntimamente de lo públicamente aceptable y si no fuera por mis nervios quizás ya estaría a medio camino.

-Necesito beber algo- dije levantándome apresuradamente dejándolo allí solo. Casi tropiezo con mis propios pies rumbo a la cocina. ¿Qué podía sobrevivir esto sobria? ¡Ja!

Abrí la refrigeradora buscando con desesperación el resto del vino. Al encontrarlo bebí directamente de la botella como toda una señorita, no tenía tiempo para buscar una copa en la repisa de arriba. Espero que el sujeto no quiera vino porque ya tiene mi ADN, aunque no creo que le importe mucho que digamos teniendo en cuenta el motivo de su visita.

Cuando pensé que ya era suficiente, sirvo un vaso con agua para disimular mi ataque alcohólico de hace un rato y salgo camino a la sala para continuar con el circo. Pero... ¿Dónde está? Juraba que había dejado a un hombre en esta sala, uno lindo de cabello oscuro.

-¿Beck?- lo llamo. No está en donde lo deje. Lanzo una mirada al balcón y no hay nadie allí. Reviso el baño...nadie. – ¡Beck!- grito sin respuesta.

Mi yo racional da brinquitos ¡Se fue! Aunque muy descortés de su parte no haberse despedido. Pensé que habíamos forjado una amistad, tocó mi brazo y todo. Solo tendría que pasar la noche leyendo algunos relatos eróticos para armar una historia creíble que contar.

¡Feliz Cumpleaños Gina!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora