Cap 8

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La vida de Elizabeth nunca fue tranquila. Nacida en una guerra sin sentido, guerrera desde que aprendió a caminar, únicamente conociendo las batallas y la muerte, su vida era lo que cualquiera llamaría un desastre. Sin embargo, ya estaba acostumbrada a todo esto, y lo había tomado como algo que debía ver como normal en su día a día.

Entonces llegó Meliodas a su vida, y todo se puso de cabeza.

Aquello que había asumido como lo normal, lo que consideraba debía ser la vida, todo se había roto y mezclado.

Sus corazones normalmente silenciosos de repente habían empezado a latir con fuerza.

La sangre que manchaba sus manos tras las batallas ahora le llamaba más la atención, ya no era solo un simple líquido rojo manchandola, era la vida de otros seres, seres con alguien querido, perdida en sus manos.

Si antes se quedaba parada en medio de cadáveres tras la batalla, ahora lo hacía con más frecuencia, sus pensamientos divagando en tormentas.

Ahora no podía mirar a zeldris a la cara, no después de tantos años de decir que era incapaz de comprender los sentimientos de su hermanito por Gelda, y de decir que era algo tonto.

Cada día que pasaba, lo que en su momento fue una nube de lluvia en su alma se volvía una tormenta huracanada, rompiendo y arrasando con la coraza que había forjado a su alrededor y su sensibilidad ante la guerra.

Se dio cuenta de cuánto había cambiado tras su confesión a Meliodas, un día bajo la lluvia.

El agua caía con fuerza sobre la tierra, ocasionales rayos a la distancia hacían brillar el vacío cielo, donde otrora, en tiempos anteriores a la guerra, tiempos que ella no había conocido, diosas y pájaros circulaban con tanta felicidad.

Estaba parada en medio de la tormenta, dejando el agua correr por su cuerpo. Su mirada fija en sus manos, limpias ante la vista de cualquiera, pero totalmente rojas en su visión propia.

Su mirada oscura se mantuvo fija y silenciosa por lo que parecieron horas, una mirada casi inerte en sus manos....hasta que se quebró.

Las lágrimas que una vez juró secas empezaron a circular por sus mejillas, mezclándose con el agua de lluvia que azotaba su rostro.

Su expresión en blanco de repente mostraba el dolor de siglos de guerra, su normalmente seria boca se curvo en una mueca de arrepentimiento absoluto mientras sus rodillas cedían, dejando caer todo su peso al suelo, manchando sus rodillas con lodo, aunque eso poco le importo.

Para su alivio estaba totalmente sola. No hubiera soportado que nadie escuchara el quiebre de su voz, que se alzaba sobre la lluvia, solamente opacado por los truenos.

¿Porqué se rompía ahora? ¿Eran los siglos de guerra, muerte y caos por fin golpeándola? ¿La realización de qué la sangre que cubría sus manos jamás se iría? ¿El hecho de no poder comprender como alguien tan manchado había conseguido el amor de un ser tan puro? ¿La realidad por fin iluminando su opaca mirada? ¿O...todo al mismo tiempo?

Daba igual la razón, la realidad era que por primera vez en siglos, su alma lloraba y gritaba en realización. De una forma que nisiquiera en su nacimiento se había permitido.

Cuando la lluvia mermó y los truenos ya no pudieron  ocultar su llanto, por fin había dejado salir todo, y una verdad ilumino su mente.

Esto tenía que parar.

Y ella sería quien le diera un final.




'Incluso si debo hacer esto padre, marcaré el cambio, le daré un final a esta disputa sin sentido'

'Ha sido suficiente de este baño de sangre en vano madre, todo debe terminar por el bien de todos los clanes y los seres que habitan britania!'

Luz, tornados, la fuerza de las mareas, oscuridad....eso era lo que verías si enfrentabas a los dos seres más poderosos de toda britania. Que hipócritamente habían dejado sus diferencias a un lado solo para enfrentar a quienes habían señalado que esto debía detenerse.

Pero su mirada no fue hacia ellos.

Fue hacia las alas ensangrentadas de Meliodas.

Su amable y puro angel.

Ella era una simple pecadora, ¿comó pudo arrastrar a su angel a esto?

- Elizabeth...

Una sonrisa iluminando el rostro cansado del chico, opacando incluso a la luz que desprendía su madre, le fue otorgada. Esa sonrisa que había hecho a la princesa de los demonios dudar de todo lo que formaba su vida. Esa sonrisa que había cambiado el destino de britania.

- Terminemos con esto, meli...

Espada alzada. Ark cargado.

Un ultimo ataque, manos entrelazadas desafiando el destino que los dioses habían decidido otorgarles.

La luz y oscuridad cubrieron todo por un segundo, y por un instante, Elizabeth pensó que eso sería lo último que vería, no la dulce sonrisa de Meliodas, no los sonrojo avergonzados de su hermano cada que Gelda le miraba....solo el poder de dos gobernantes hipócritas e injustos.

Pero por supuesto...el mundo no podía ser tan cruel y amable al mismo tiempo.

Por supuesto que no la dejaría irse con esa última vista.

Todavía tenia que sufrir más...todavía debía abrir los ojos y mirar el cielo azul, solo para cambiar su mirada en dirección al cadáver de su único amor.

Todavía debía enfrentarse a un tormento de tres mil años de puro dolor y llanto.

Todavía debía seguir luchando.

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Este aún no es el final.

2- por la tardanza pido perdón TnT

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⏰ Última actualización: Apr 05, 2021 ⏰

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Yo la pecadora y tu mi angel - NNT Au melizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora