Nacer en la familia Cullen fue lo mejor que le pudo haber pasado a Jumelle Cullen. Pero ciertos eventos la llevan por un camino que la aleja de su familia y la lleva a las garras de los legítimos Volturi.
Al conocer a Tristen Jensen y sus extraños p...
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Alec era la última cosa en la mente de Jumelle mientras los Cullen viajaban a casa, Jane acompañándolos esta vez. Realmente había enojado a Jumelle por primera vez en su relación. No podía creer que él se hubiera quedado ahí parado y hubiera visto a una ex colega, incluso una amiga, suicidarse frente a él. Era absurdo, y Jumelle sabía con certeza que no habría podido vivir consigo misma si se hubiera quedado al margen.
Por eso se arrepintió profundamente de estar al margen.
Jumelle se odió a sí misma por ver a Heidi enfrentarse a su trágica desaparición. Fue horrible verlo, pero fue peor con una conciencia culpable carcomiendo el fondo de tu mente. Podrías haberlo prevenido. Podrías haberla detenido.
Jumelle casi se culpó a sí misma por la muerte de Heidi. Pero Edward le había asegurado innumerables veces que no era culpa suya. Si alguien tenía la culpa, era Aro. Él era el sinvergüenza que había obligado a Heidi a tomar esa decisión. Nunca habría tenido que hacer eso por Jane si Aro la hubiera dejado en paz. Pero, como Jumelle pensó para sí misma, Alec y Jane eran sus vampiros más valiosos en guardia, y aparentemente ella era la tercera, aunque todavía no tenía idea de cuál era su don.
Aro le decía continuamente a Jumelle que ella era especial y que su momento llegaría muy pronto. Ella tendría su propio pequeño foco de atención entre todos los vampiros dotados especiales de la Guardia. Pero ella todavía nunca había descubierto su don.
No hasta ese día.
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