Prólogo

15.3K 1.2K 68
                                    

᯽ᚔᚔᚔᚔᚔᚔ߷ᚔᚔᚔᚔᚔᚔ᯽

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

᯽ᚔᚔᚔᚔᚔᚔ߷ᚔᚔᚔᚔᚔᚔ᯽

En la ciudad de Londres, Inglaterra, había una joven en la etapa de la rebeldía, la adolescencia.

Ariadna Rosie Miller, una joven de 16 años, de cuerpo pequeño y de piel pálida, labios rosados y cabello bastante peculiar... Hace un mes y medio, la adolescente decidió pintarse su cabello castaño a un rosa bebé, omitiendo la parte de que su madre no le había dado el permiso de hacerlo y que se había escapado de la casa para lograr eso.

Si había una palabra que definiera a Ariadna era; Incomprendida.

Desde pequeña fue señalada como un caso perdido y muy particular, claro, excepto por su prima Marlene, quien fue una parte muy importante para la más joven en sus épocas depresivas, hasta que los padres de la mayor fallecieron y esta dejó de existir para el mundo.

Habían pasado 4 meses desde que su padre había sido encontrado sin vida en un bar, la causa de su muerte era desconocida para la humana, pero no para la madre de esta. Y por ello, habían ido a vivir por un tiempo a Londres, ciudad natal de su madre. Ariadna nunca fue de tener a alguien a quien llamar amigo, y por ello no se enojó al mudarse allí, pero ahora, en esta situación, era diferente.

Ariadna caminaba por el aeropuerto de Londres con el rostro rojo del enojo, iba a ir al pueblo natal de su padre, más específicamente a la reservación Quileute, donde también vivía su prima Marlene y con quien viviría desde entonces. La pelirrosa se negaba rotundamente a ir a tal sitio, detestaba el bosque y la humedad que traía éste. Pero su madre no le daba opción de quedarse, y no sabía el porque.

—Recuerda, Rosie, nada de travesuras y hazle caso a Marlene.—Reprendió su madre, Francisca.

Ella sabía que su madre y primos no tenían una buena relación, más no entendía el porqué del repentino trato entre ellos y el que ella debía ir a vivir a aquel lugar.

—No prometo nada.—Susurró molesta.

Francisca se volteó a ver a su hija y la tomó por los hombros, haciendo que la mirara a los ojos.

—Algún día entenderás el porqué de todo esto, Rosie.—Murmuró con una expresión triste.—Sé que estarás bien allí

Wolf Eyes |3| S.CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora