Libro n°3 de la saga: "Improntas Quileutes".
"-Es adorable con su cabello rosa.
-No te fíes por su apariencia, ella es un demonio en carne propia. No sé como Seth la ama."
👤 Seth Clearwater
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La arena, el sol y el mar, eran la combinación perfecta para un día de playa con amigos y parejas.
Ese fin de semana, la manada decidió que tendrían un día libre, ya que no habían hallado rastro alguno de los vampiros hace días, por lo que eligieron tener un día de playa.
Marlene y las chicas hicieron unas tres canastas de comida para llevar, sabiendo que no serían los suficiente. Mientras los lobos buscaban los balones, tablas de surf y más cosas que usarían en la playa.
Fueron todos juntos en una caminata, la playa no quedaba tan lejos de la casa Uley-West.
Ariadna iba junto a Seth, tomados de las manos, con Leah y Paul a sus lados. Paul para ver que el cachorro no se pase de listo con la pequeña, y Leah para ver el escándalo de Paul.
Al llegar a la Push, rápidamente los chicos comenzaron a jugar entre ellos. Leah reto a su hermanito a saltar del acantilado, y Ariadna también quería ir a lanzarse. Los tres, junto a Collin, fueron al acantilado más bajo. La primera en saltar sin miedo alguno fue Leah, con Collin pisándole los talones.
Ariadna veía la altura y sintió vértigo, a pesar que habían dicho que era el más bajo, la chica recordó su ligero miedo a las alturas.
-No debes hacerlo.-Dijo Seth, acariciando los hombros de la chica.
-¡CLARO QUE SÍ DEBE!.-Gritó Leah, desde el agua.
-Leah tiene razón, debo hacerlo. Yo puedo.-Dijo Ariadna, en un arranque de valentía, caminando a la orilla, pero así como llego dio media vuelta y volvió.-No puedo. No puedo.-Respitio.
-No tienes que hacerlo sola, puedo saltar contigo.-Le dijo Seth, desde la orilla.
Ariadna lo miró y asintió lentamente, mientras caminaba hacia él. Una vez juntos, Seth tomó sus manos y tiró para que ella quedara pegada a su pecho, dejó un pequeño beso en sus labios y sin previo aviso, los dejó caerse por el risco. Los cuerpos de ambos impactaron contra el agua salada, más el cuerpo de Seth que el de Ariadna, ya que él la cubrió.
-¡VAMOS!.-Oyeron desde arriba, era Paul saltando junto a todos los otros lobos.
Risas, batallas de agua y juegos. La manada se sentía feliz y completa, algunos más que otros, pero se sentía unida.
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La canción "Love of my life" de Queen sonaba de la radio de los Clearwater. El patio de la casa de los hermanos Clearwater había sido el lugar perfecto para una cena con la manada.
Sam asaba las hamburguesas con Paul. Jared hablaba con Kim y los dos más pequeños alrededor de la fogata. Quil y Embry molestaban a Leah, y esta los golpeaba mientras Marlene los regañaba.
Todo eso veía Ariadna desde el tronco en el que estaba sentada junto a Seth, un poco más alejados de los demás. Ambos adolescentes estaban mirando a la manada, e inconscientemente pensaron en el futuro. Vieron la imagen de la manada, cada lobo con su impronta e hijos, comiendo como una familia. Eran jóvenes, pero pensaban en un futuro muy feliz.
-Un dólar por tus pensamientos.-Susurró Seth, en el oído de la distraída chica, haciendo que sonría.
-Pensaba en... cuando seamos mayores, tengamos más responsabilidades.... ¿Seguiremos juntos?.-Preguntó mirándolo a los ojos.
-Yo siempre estaré junto a ti, Aria.-Susurró Seth.
-¿Y la manada?.
-Ellos tendrán sus vidas normales, pueden dejar de transformarse y controlar a su lobo, y envejecer junto a sus Improntas.
-¿Tú harías eso?.-Preguntó la joven, jugando son sus cabellos de manera nerviosa.
-Haré lo que sea por estar a tu lado, Aria.-Tomó su barbilla y la hizo mirarlo a los ojos.-¿Sabes por que?.
Ariadna negó lentamente.
-Porque te amo.-Susurró.-Y sé que es pronto para decirlo, pero así lo siento. Te amo, Aria.
La chica lo tomó de su chaleco y lo acercó a ella, para plantarle un beso. Se besaban con cariño, con amor. Ariadna tenía sus mejillas rosadas, y los ojos llenos de lágrimas.
-¡OIGAN, TORTOLOS!.-Gritó Embry.-¡A COMER!.
-¡DEJEN DE COMPARTIR BABA Y VENGAN A COMER, O NO LES DEJARÉ NADA!.-Gritó Quil, sentándose alrededor de la fogata.
Los chicos se separaron y de miraron con una sonrisa.
-¡LEAH, DEJA DE GOLPEARME!.-Oyeron que Quil y Embry gritaban.
