¹⁶Melt like colors

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fundirse como colores
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Si a una Adhara de trece años le preguntas si le gustaría irse a un nuevo colegio, si quiere un nuevo uniforme, si quiere una nueva habitación o cualquier otra cosa con la palabra nueva, te escupiría. Ella misma se describía como alguien débil, algo bastante erróneo. Ahora ella tiene clarísimo lo fuerte que es por todo lo que ha aguantado hasta día de hoy.

Pero las personas cambiamos, podemos hacerlo para bien o para mal. Adhara lo hizo, y para bien. Antes odiaba los cambios, ahora los seguía odiando pero los toleraba. Puede que no se notara mucha diferencia pero ella sí lo hacía. Diferenciaba mucho lo que era una primera vez de una nueva. No tenían nada que ver.

A veces, normalmente, la primera vez de algo importante se nos queda grabada en el corazón. ¿Qué hay de la primera vez que te acuestas con alguien? o, en el caso de Adhara, ¿con tu novio? No lo habían hecho aún y no era algo de lo que ella pensara que había que tener prisa. Pero llegó un momento en el que ella quiso de verdad.

Después de haber sido capaz de demostrarle a su novio con palabras que lo amaba, se sentía valiente y preparada. Por eso, al sentirse segura de sí misma, Adhara tuvo claro que estaba experimentando una de la mejor sensaciones del mundo. 

Por eso, cuando vio que la tormenta se estaba calmando, se lanzó al ojo del huracán. ¿Y sabéis que vio? Vio atardeceres, vio atardeceres a montones.


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En la intimidad el respeto es fundamental. La comodidad y la satisfacción son los objetivos. Si bien Adhara y Cedric había tenidos momentos íntimos en los que cumplían todas las cosas anteriores, estos momentos nunca habían pasado de caricias, besos, susurros entre alientos cálidos y más besos. 

Pues al parecer el destino quería que ellos viesen que si querían, podían llegar tan lejos como deseaban.

Adhara llevaba repitiéndole a Cedric que debía resolver el huevo de oro cuanto antes para tener tiempo para estudiar y prepararse. Después de semanas recordándoselo, Cedric por fin se dignó a intentar resolverlo, así que estaban en la biblioteca mirando un huevo dorado sobre la mesa sin saber qué hacer.

—Si lo abro, Madam Pince me echará a patadas de aquí.

—Pero es que no tiene sentido —suspiró Adhara—, ¿si no lo abres cómo lo vas a resolver? —La chica cogió el huevo en sus manos y Cedric se tapó los oídos con cara de espanto— No lo voy a abrir, Ced —él rió con nerviosismo. 

UNTIL THE SUNSETS FADE ; Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora