UNTIL THE SUNSETS FADE ; Cedric Diggory

¹⁴Dress like a sunset

vestir como un atardecer

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Adhara puso los ojos en blanco por quinta vez en una hora. Los murmullos de unas chicas en la sala común de Hufflepuff la estaban desquiciando. Adhara y Elena estaban hablando a cerca de que se pondrían esa noche para el baile.

—Cerrad la boca, gracias —les sonrió falsamente Adhara. Elena le había dicho a su amiga que tenía pensado ir con traje al baile y unas chicas que estaban ahí lo vieron extraño— Maldícelas, no saben lo que es la moda.

Elena rió— ¿Y tú? ¿Qué te vas a poner?

—He quedado con mi madre y mi tía Narcissa dentro de una hora. En vez de ir a Hogsmade me escabulliré con ellas, me quieren ayudar con el vestido.

—Que divertido... yo quiero una madre así. Aunque primero necesito una madre —el comentario las hizo reír.

—¿De qué color será tu traje?

—Puff, ni idea... tú tienes buenos gustos con la ropa, ¿qué color me favorece? —dijo haciendo una pose exagerada.

—Pues un color negro puede quedarte muy elegante, o si no beige o rojo. Tú trasmites colores cálidos.

—Ohh, gracias.

—Prefiero los colores fríos. Son mejores.

—Ah. Vaya, muchas gracias, yo también te quiero, Adhara —respondió sarcásticamente.

Ambas continuaron hablando acerca del Yule Ball y de con quien irían. Al final, Elena iba a ir con una de su casa, Hannah Abbott, que era un año menor que ella. Se llevaban bastante bien pero aún así Adhara estaba convencida que ella estaba enamorada de Hermione Granger.

Pese a que ella supiese poco de amor, ese poco que sabía estaba clarísimo en Elena. Como revolvía sus manos, como se mordía los labios, como se acomodaba el pelo repetida y nerviosamente... todo aquello siempre que mencionaba a la rubia.

La hora se pasó volando. Adhara se fue a su sala común y se cambió el uniforme para ir con su madre. Se pues unos vaqueros negros y una camisa blanca, se abrigó, se colocó su gorro azul y cogió su varita. Había mucha gente, todos aprovechaban para ir a comprar la últimas cosas necesarias.

—¡Adhara! —la llamó la voz de su madre. Giró sobre sus talones y avanzó hacia ellas dos.

—¿Qué tal, tía Cissy?, Madre.

—Bien... como siempre. Pero no hablemos de eso, ¿qué tal tú?

—Bien... supongo que emocionada por esta noche.

—Pues vamos a por el vestido —dijo su madre, algo emocionada.

Para Narcissa Malfoy, Adhara era la hija que nunca tuvo, y por ello la quería. —Adhara, querida, ¿sabes algo de Draco? —Adhara se limitó a negar con la cabeza, una pequeña pizca de arrepentimiento le recorrió cuando vio una mueca de decepción, pero alzó la cabeza y continuó andando.

Fueron a varias tiendas, pero ninguna era del agrado de Adhara, ella quería algo que gritase su nombre, algo que gritara «¡Hey, soy tú convertida en vestido!»

Entró en otra tienda, con ganas de tirar al encargado o encargada por la ventana. O tirarse ella. Echó un vistazo, había vestidos bastantes bonitos, trajes muy elegantes... hasta que vio un vestido que le llamó la atención. Se lo probó, no tenía nada que perder, ¿verdad?

Le quedaba increíble.

Era negro y blanco, de tela fina como la seda y de un solo tirante, que se agarraba en su hombro derecho con un elegante broche. A la altura de la espinilla, el vestido negro se degradaba hasta ser blanco. Aquel detalle hacía contrastar su pelo. La parte superior era negra lisa, estrecha, y se aferraba a su cintura, marcándola.