Gritos

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Juvia:

Estamos en pleno invierno por eso llueve tan fuerte, estoy sola, tengo unas ganas tremendas de gritar, y así lo hice, cogí una buena bocanada de aire y grité: ¡Aaaaaahhhh!

Liberé toda la rabia contenida, liberé toda la tensión acumulada, y liberé las lágrimas retenidas, aun así, sigo enfadada, sigo molesta con el mundo y conmigo misma. "Parece que la lluvia me acompaña en mi dolor". Ahora mismo soy un mar de emociones, y un lío laberíntico de ellos mismos. Me siento frustrada. Una vez más, siento cómo se me clava la espina que me lleva atormentando estos meses en el corazón a lo que se sumó una sensación de vació en el estómago.

Tengo sentimientos encontrados. Quiero huir de allí, quiero alejarme de todo, pero a la vez quiero quedarme porque este es mi hogar y es donde están mis amigos. Pero sobre todo quiero despegarme de mi figura paterna, hacer como si no existiese dejándolo en el olvido. Pero siendo sincera, huir de los problemas y no enfrentarme a ellos... eso es de cobardes. Y huir de ellos, no soluciona nada.

Tengo claro que un día tendría que afrontar la situación y coger las riendas de mi vida. Aunque no sé si desvincularme totalmente de él o solucionar las cosas y poner las cartas sobre la mesa. ¿Pero porqué tengo tanto temor a enfrentarme a él? quizás, por que en el fondo no quiero que se quede solo. Lo conozco y sé que si dejo claro mis derechos, él no querría permitírmelo, por tanto, me perdería y no tendría a nadie.

Una decisión tendría que tomar. Pero todavía no sabía que vía elegir. Así que me limité a seguir allí en el suelo, llorando y mojándome de pies a cabeza. Recordando lo que había pasado y cómo llegué a esa situación.

Flashback:

Mi padre me esperaba en la entrada del instituto. En cuanto lo vi, me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. En esos meses había envejecido, parecía mucho más mayor y se notaba que ya no se cuidaba tanto, la barba estaba sin afeitar, el pelo sin peinar y tenía unas profundas ojeras que marcaban sus ojos fruto del cansancio.

-Juvia – se acercó a mí mientras Lucy se alejaba para darnos privacidad – te lo diré una vez – fue directo al grano - te ordeno que regreses a casa, estudiarás allí con un profesor particular, ya no tendrás que venir más a este absurdo colegio.

-¡¿Cómo?! ¿Me ordenas? No puedes hacer eso – no me lo puedo creer, tanto tiempo sin vernos y esto es lo primero que me dice. Literalmente, estoy flipando, mi cara seguramente lo refleja bien claro.

-Harás lo que yo te diga, por algo soy tu padre y yo mando en tu vida – eso me enfureció todavía más, haciendo que abriese más la boca y pusiese los ojos en blanco.

-No quiero, me niego – en cuanto lo dije me puse nerviosa pero intenté parecer segura.

Me agarró de la muñeca fuertemente llegando a hacerme daño, estaba procesando lo que me había dicho. "Es egoísta", pensé, "solo quiere que esté con él, amarrada". Quería apartarme de todo y de todos. La poca libertad que tenía cuando vivía con él era la de poder ir al instituto y ahora me negaba eso mismo, no quería volver atrás, no quería sentirme enjaulada una vez más. Me siento cómoda con mi "nueva vida fuera de casa" y él quería arruinar eso. Comencé a sentir mucha ira y odio hacia su persona, ¿por qué me hace esto? no entiendo nada. Me apretó más la muñeca y acercó su cara a la mía.

-Harás lo que yo te diga, no aguanto más tus insensateces, eres una chica inmadura que no sabe nada de la vida, volverás a casa y estudiarás desde allí y estarás en todo momento bajo mi supervisión.

Comencé a imaginarme cómo sería volver a lo que fue mi casa, todo el día allí encerrada como si estuviese haciendo cuarentena continuamente, no podía permitir eso. Empezaron a asomarse unas lágrimas por mis ojos que intenté retener, no me gusta que me vea llorar, no quiero que sienta que soy inferior y que puede mandar en mi vida. Le grito lo primero que se me pasa por la cabeza estando aún de los nervios de pies a cabeza.

Sentirme segura para ser libre -Gruvia-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora