Turn me on

Capítulo 17- parte I

—¿Llegaron a aniquilar los planetas que les ordené?—dijo mientras seguía mirando la infinidad de las estrellas que había en el espacio y que, para su gran vanidez, la luna de su sala privada permitía observarlos con claridad.

Sus rubís brillaron con sadismo y ambición al imaginar la incontable cantidad de recursos que contendrían aquellos astros.

Más planetas.

Más poder.

Más cerca de sembrar el miedo y pervertir a los demás.

Él era la personificación de la maldad, crueldad..., la reencarnación del infierno en un ser vivo. Cultivaba el miedo en una de las razas más "poderosas" del universo. Hacía que se arrodillasen a sus pies, que le hagan creer que lo adoraban y le tenían un culto a la personalidad cuando por dentro tiritaban de miedo, de nervios.

­­ —Sí, gran Freezer—respondió uno de sus soldados.

Volteando lentamente, fijó su penetrante y fría mirada en ellos.

Pudo oler su efímero temor.

—¡Gran Freezer!— escuchó cómo uno de los soldados del área científica entraba a la sala. No pidió permiso. No tocó para entrar. Solo hizo una mínima reverencia y entró cómo un salvaje sin modales.

Hizo una mueca de disgusto.

Sus ojos visualizaron cómo Dodoria y Zarbon entraban detrás de él, con la gran diferencia, que sí eran más respetuosos.

—¿A qué demonios has venido? ¿Acaso no había enseñado la última vez con uno de los ineptos científicos cómo se tenían que comportar ante mí?— soltó con mofa. Pudo ver cómo el científico empezó a temblar ante su implícita amenaza.

—Lo siento, gran Freezer.

—Habla de una vez y no me hagas perder mi tiempo— se apresuró mientras sus ojos se volvieron a fijar en el escuadrón con el que estaba hablando— Pueden retirarse— ordenó. Ellos se fueron no sin antes hacer una reverencia.

El científico empezó hablar al ver cómo la puerta sonó y el escuadrón se fue.

—Gran Freezer—tragó saliva rápidamente. Aún no podía lidiar con el miedo incipiente que siempre ocurría al estar frente al emperador— Respecto a los últimos monitoreos que he estado teniendo sobre la Androide Bulma, he descubierto que algo en su sistema ha fallado.

La explicación captó rápidamente la atención de Freezer.

La mujer. La mujer peliazul. Qué pudo haber pasado con esa mujer ahora, ¿no se suponía que todo estaba marchando a la perfección? Había matado a Vegeta como se lo había ordenado. ¿Será que la batalla que tuvo con el mono la habría dejado herida?

—¿Qué ha pasado con su sistema? —preguntó. La intriga lo estaba empezando a carcomer por dentro.

—Hemos encontrados fallos cerebrales—empezó a explicar— al parecer un golpe extremadamente fuerte hizo que parte de los cables se desconectaran y ciertos nervios cerebrales que se acoplaban a su funcionamiento mecánico nervioso se mueran en el proceso.

Freezer entrecerró sus ojos con una profunda incompresibilidad del caso. ¿Golpe? ¿Desconexión de los cables nerviosos?

—Eso es totalmente estúpido— respondió con aflicción. Era algo totalmente estúpido que haya habido un golpe por parte de la mujer peliazul y genere un fallo irreversible en su sistema. Tenía a los mejores científicos de diferentes galaxias, planetas, no podían haber generado que un simple golpe generara un fallo sistemático en la hembra. Freezer empezó a caminar hacia el científico con lentitud —¿No se supone que ustedes debieron cerciorarse con anticipación esos fallos...? ¿O son inútiles?