Mackenzie.
Aunque me negaba a ir a esa fiesta de despedida, no tenía opciones, la tía Lena y el tío Ethan estaban haciendo una pequeña reunión con la familia después de todo sus hijos eran los que se iban a Rusia a trabajar por tiempo indefinido. No podía demostrar que esto me agradaba, porque era todo lo contrario, sobre todo si pensaba que de ahora en adelante no podía observarlo o acercarme a él con alguna excusa tonta dónde solo me regalaba tiernas sonrisas tratando de aclarar mis dudas.
En este momento odiaba nuestra diferencia de edad, estos ocho años que nos llevábamos comenzaba a molestarme, porque no quería ocasionarle problemas a su vida por mi amor adolescente hacia él.No sé ni en que momento o de qué forma me enamoré de él, mis primas dicen que mis sentimientos van a desaparecer, pero siento que cada día esto se vuelve tan intenso que no puedo explicarlo.
— ¡Inzie! — escucho el grito de mi mamá.
Mordiendo mi labio inferior, conteniendo mis lágrimas salgo de mi habitación para encontrarme con mi familia que ya estaban listo para ir a la casa de la tía Lena.
— ¿Listos? — nos pregunta papá.
— Sí, estamos llegando tarde — contesta mamá mirando la hora en su celular.
Sonrío al escucharla, ella tenía un cierto toc con la puntualidad, he escuchado de mi tío Dante que está manía es hereditaria y todo por culpa del abuelo Nick.
— ¡Oliver! — lo regaña nuestro padre al ver como mi hermano del medio empuja al James, mi hermano más pequeño por quien se sienta en el medio en el auto.
— Vamos, cariño — dice mamá abriendo la puerta del auto para que suba.
— Gracias — murmuro desganada.
— No prives al mundo de la hermosa sonrisa que heredaste — acota dejando un beso en mi frente que provoca que me aferré a ella para que me abrace.
— Se que duele, amor, pero por algo pasan las cosas y sabes que este no es momento para que estén juntos — agrega consolando mis penas.¿Cuándo iba a ser ese momento?
Estos ochos años de diferencia siempre traían problemas, más si ahora él tiene veinticuatro años y yo apenas unos recién cumplidos dieciséis.
— Podemos quedarnos — escucho que sugiere mi padre desde el asiento del conductor.
— ¡No! — exclaman mis hermanos dándome una mirada fulminante
— Eso no sucederá, debemos ir — recuerda nuestra madre dejando otro beso en mi frente.
Después de dejarme consolar por ella, sube al asiento de copiloto y papá pone en marcha el auto. Un auto de la seguridad pasa por delante nuestro y otro nos sigue detrás. Ser la hija de una de las personas más ricas del país trae demasiados protocolos, porque estamos expuestos a cualquier mal que quieran hacernos por solo sacarle dinero a mis padres por eso casi las veinticuatro horas del día teniamos guardaespaldas a nuestro alrededor.
Me pierdo mirando por la ventanilla, no vivíamos muy lejos porque en sí toda la familia vivía dentro del mismo complejo así que nuestro viaje a la casa de la tía Lena solo duró diez minutos. Cuando llegamos, sentí nuevamente esa opresión en el pecho dónde sentía que mi corazón estaba próximo a romperse.
— Mackenzie — me detiene mi padre cuando bajamos del auto.
— ¿Qué sucede, papá? — le pregunto suspirando viendo cómo mis hermanos entran eufóricos a la casa y mamá les grita que se porten bien.
— Es difícil para un padre ver a su hija de esta forma, se lo que sucede y la verdad no me agrada, pero respeto todo — miro sus ojos. — Eres demasiado pequeña, no quiero verte triste por ese canalla — gruñe provocando que sonría.