Francesco & Pía.

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Francesco.

Mi mujer sabía lo que significaba este día y lo mucho que me gustaba estar solo por unas horas pensando o mejor dicho recordando al diablo napolitano, mi padre, y el hombre que nos dejó muchas enseñanzas, tanto para la mafia como de la vida.
Nada es igual desde el día de su muerte, estoy seguro que le hubiera encantado conocer a sus nueras y sobre todo disfrutar de sus nietos, siempre quiso ser abuelo mientras que nosotros nos negabamos a ello. Tres años después de su muerte todo empezó a cambiar, desde la llegada de Rachel a la vida de Daniel, él fue el primero en abrir los ojos y luego nos tocó a los demás sentir lo que significaba el amor a nuestra manera.

Pía es mi cable y a veces mi locura en esta tierra, nada sería igual sin nuestro amor u odio, como nos gusta decirnos.

— No esperaba verte aquí — la voz de Daniel hace girarme.

— No pensaba verte aquí, no te gustan los cementerios — contesto apoyando unas rosas blancas en la tumba de nuestro padre.

— Soñé con papá — me cuenta.

Lo miro a los ojos y sonrío.

— Anoche soñé con él — comento.

— ¿Ustedes? — inquiere un Vanni acompañado de Brandon nos habla.

— Es el día del aniversario de su muerte no imaginé que los vería aquí — dice Brandon acercándose para dejar sus rosas blancas.

Papá tenía una admiración por las rosas blancas, nos decía que significaban pureza y le recordaban a su gran amor, del cuál nunca supimos quien fue.

— Además anoche apareció en mis sueños — acota Vanni suspirando apoyando sus rosas blancas.

— El viejo también apareció en mis sueños — agrega nuestro hermano pequeño.

Vaya coincidencia.

— Asi que el viejo desde el infierno nos hace visitas en nuestros sueños — habla Daniel siendo el último en colocar rosas blancas en la tumba de papá.

— ¿Y qué soñaron? — indago mientras los cuatro rodeamos la tumba de papá observando las letras de la placa con su nombre.

"Adriano Salvatore.
Diablo Napolitano.
Buen padre y lider."

QDEP

— Un gran almuerzo familiar...

— Estabamos todos con nuestras mujeres e hijos — agrega Brandon a las palabras de Vanni.

— Papá reía y disfrutaba de esto con sus nietos — comenta Daniel con una media sonrisa.

— No solo desde el infierno nos hace soñar con él sino que también el mismo sueño — acoto negando la cabeza.

Los cuatro tuvimos casi el mismo sueño, ese almuerzo familiar donde lo vemos disfrutar de lo mucho que creció nuestra familia. Es una lastima que sea solo un sueño, sin duduarlo, habría sido un gran abuelo para todos sus nietos.

La vida es injuta, algunas veces.

Luego de ese momento en el cementerio con mis hermanos, cada uno se fue para su lugar de residencia. Apulia es la mía hace varios años y donde se encuentran las mujeres de mi vida.

— ¿Cómo estás? — me pregunta mi mujer al verme bajar del auto.

— ¡Papi! — chilla Caeli, mi pequeña principessa de dos años.

— Hola amores mio — saludo tomando a mi hija primero y luego dejando un beso en los labios de Pía.

— ¿Cómo estás? — repite Pía deteniendo mi paso.

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