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Cuando crecieron los padres de Geonhak le buscaron un omega digno de él, el omega más lindo de la manada llamado Dongju.
A pesar que su relación inició porque sus padres los comprometieron, al conocerse se llevaron bien, se volvieron amigos y con el pasar de los días emezaron a tratarse como pareja poco a poco ya que se sentían cómodos entre ellos, se querían y estaban comprometidos.
Poco a poco fueron  queriéndose más, hasta el punto de estar agradecidos con sus padres por haberlos unido y ambos eran felices viviendo juntos.
El padre de Geonhak le pedía descendientes, pero él quería llevar las cosas con Dongju a su propio ritmo. Aún no estaba listo para tener cachorros, el alpha aún se negaba a ser padre.

En todos esos años nadie en su manada nunca supo de Seoho, ya que desde el comienzo Geonhak era un lobo solitario que le gustaba perderse en el bosque, nadie sospechó que muchas de las veces que no volvió a casa era porque se quedaba en casa de su amigo secreto, el marginado de su manada enemiga con la que habían tenido problemas de territorio los últimos meses.
Ni siquiera el mismo Dongju sabía que Geonhak tenía un amigo de la infancia con el que compartía muchos recuerdos preciosos.

Porque sí, la vida tranquila de Geonhak siempre fue buena, relajada para él pero aburrida. Sin embargo, desde que conoció a Seoho, su vida se volvió más divertida y de color.

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Un día el alpha fue a su escondite, como siempre se echó a tomar sol escuchando el ruido de la cascada y el canto de las aves. Sin darse cuenta se quedó dormido y al despertar ya estaba anochesiendo y su amigo no pasó por ahí ni una vez, eso fue lo más raro. Siempre que iba a ese lugar en algún Seoho aparecía con su gran sonrisa y sus ganas de jugar, aunque ya estaban muy grandes para eso, de vez en cuando le daba el gusto de perseguirlo y se divertían corriendo ahora a distancias mucho más largas que cuando eran niños y por varias horas.

Geonhak se preocupó así que fue a buscarlo a su casa, de lejos pudo ver las luces encendidas, por lo que pensó que tal vez solo estuvo ocupado. Por lo cual decidió volver a casa sin verlo.

No obstante la siguiente vez que fue Seoho tampoco apareció, así que esta vez sí fue hasta su puerta y salió la madre del lobo blanco.

- ¡Hola Geonhak! Siempre es bueno verte, pero ¿que te trae por aquí a estás horas? —sonrió ampliamente de una forma sospechosa.

- Disculpe señora Lee, en estos días no he visto a Seoho y me preguntaba si se encoentra bien

- Gracias por preocuparte, pero él está bien, solo salió de viaje por unos días

- ¿En serio? —dudó — no me contó nada

La madre rió divertida — ¡Ay pequeño! -le dio una fuerte palmada en el hombro- Te preocupas demasiado por mi cachorrito, él está  bien, tal vez solo se le olvidó mencionarlo

- ¿Cuándo volverá? —preguntó muy serio, él no encontraba la gracia a la situación y la madre ni si quiera había abierto bien la puerta, con la justas podía ver su rostro y nada más, normalmente ella no era así y lo hubiera dejado pasar a tomar algo. Estaba actuando raro.

- En unos 3 o 4 días más. Ahora deberías volver a casa, ya es tarde —habló de forma amable.

- Está bien, nos vemos señora Lee —Se despidió agachándose un poco y volvió a casa.

Los días sin Seoho fueron tranquilos y Geonhak pasó más tiempo con Dongju.
Sin embargo, empezó a extrañar a su amigo por ello decidió llevarle a la señora Lee unos pastelillos que su madre horneó esa mañana. Dado que la madre de Seoho era como una tía para él y Seoho como un hermano menor.

Al llegar a la casa de los Lee, parecía que no había nadie, pero la puerta solo estaba junta. Geonhak entró y llamó a la señora, pero no hubo respuesta. Dejó los pastelitos en la mesa con una nota y justo cuando estaba por irse, oyó una voz proveniente de las escaleras que daban al segundo piso.

- ¡Mamá! ¿Ya volviste? —era Seoho, pero su voz sonó extraña.

"¿Por qué la señora Lee me mentiría, dijo que tardaría 3 o 4 días más, pero Seoho ya está aquí" —pensó intrigado.
Se dirigió a las escaleras a encontrarse con su amigo, pero a medida que subía iba sintiendo un olor dulce. El ambiente olía como a miel con cacahuate y té.

No era la primera vez que entraba a esa casa y sabía bien donde estaba el cuarto de Seoho. Se aproximó a la puerta y el olor se hizo más intenso. Justo la iba a abrir y saludar, cuando la puerta se abrió desde adentro y ahí vio a su amigo parado con la mano en el pestillo porque acababa de abrir.
Geonhak abrió grandes los ojos y se asustó, su amigo tenía mal aspecto.
Seoho estaba parado, pero no ergido, estaba semi encorbado, envuelto en una manta ploma y con su mano libre se agarraba el estómago bajo. Su respiración era pesada y estaba sudando, aparte que tenía ojeras y su rostro estaba rojo.

- ¿Qué te pasa Seoho? ¿Te encuentras bien? —preguntó alarmado tratando de sostenerlo, pero el contrario se apartó antes que lo toque.

Seoho se veía tan sorprendido como él — ¿Qué haces aquí? ¿Mamá aún no vuelve?

- Le estaba trayendo unos pastelitos que hizo mi madre y encontré la puerta abierta... ¿estás enfermo? ¿Porqué tú mamá me dijo que estabas de viaje?, era mentira ¿verdad?

El omega retrocedió y se sentó en la cama asintiendo — estoy bien, ahora puedes irte, te veré luego —trató de esbozar una sonrisa, pero no le salió.

- Claro que no me iré, te ves mal... acaso tú... — se detuvo a pensar y Seoho lo miró como si sintiera dolor. Se echó en la cama y se hizo bolita.

"Este olor tan dulce es de feromonas, y Seoho es un omega... está en celo"

- Seoho... —se sintió un poco tímido de mencionarlo— estás en... celo, ¿verdad?

Los ojos del contrario se abrieron como platos a la vez que su rostro se tornó más rojo de lo que ya estaba. El omega asintió apenado sin ser capaz de mirarlo a los ojos.

No había querido ver a su amigo hasta que su celo pasara, pero ahora estaba frente a él y no no había tomado sus supresores, por tanto su olor era muy fuerte, incluso podría atraer otros alphas si caminaban cerca de ahí, por lo cual sería comsiderado un peligro dentro de una manada.

Primer Celo《LeeHo》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora