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Sus fuertes manos agarraban toda parte de mi con una fuerza inexplicable. Yo estaba despistada, ¿Desde cuándo Johnny era así? Tal vez siempre lo fue pero nunca me di cuenta.
Mi espalda estaba brutamente apoyada contra la pared y el gran cuerpo de Johnny se encontraba pegado al mío causándome una sensación de calor inexplicable, estaba agitada y confundida, mas su toque y sus caricias deslizaban cualquier pensamiento al olvido y terminaba enfocada única y solamente en él. En cómo me besaba, en la sensación de nuestros labios juntos después de mucho tiempo y que sorpresivamente seguían encajando a la perfección, seguía concentrada en la manera en la que nuestros cuerpos se complementaban como si fueran vitales para el otro, como si fueran uno solo. Nuestras respiraciones estaban agitadas y nuestros corazones saltaban y latían a una velocidad inhumana.
Lo deseaba, de eso estaba segura.
Su mano tomó lugar alrededor de mi cuello, cortándome un poco el aire—. Mírame.
Obedecí a su orden como imbécil y me perdí en sus ojos. En la oscuridad que había en ellos, en la forma en la que me observaban, devorándome con la mirada y haciéndome saber lo que tenía en mente. Mi cuerpo entero se estremeció.
Un segundo después nuestros labios se encontraban juntos de vuelta, esta vez de una forma más lenta, en un sensual ritmo mientras sus manos recorrían mi cuerpo entero sin prisa alguna. Otorgándome caricias en la espalda, en la cintura y finalmente en el trasero, el cual apretó como si se tratase de un balón. Nuestros cuerpos se pegaron más si es posible y juro que pude sentir cada centímetro de él. Ambos jadeamos debido al contacto y nuestras respiraciones se aceleraron cada vez más conforme más recorríamos el cuerpo del otro.
No podía pensar, mi mente estaba en un completo trance, mi cuerpo entero estaba sumergido en un fuego insaciable que sólo pedía más y más de Johnny.
Tan sumergidos estábamos el uno en el otro que ninguno se dio cuenta de cuando los Orlando abrieron la puerta de la casa y entraron llenos de bolsas. No fue hasta que el pequeño Leo comenzó a ladrar de alegría al ver a sus dueños volver a casa que los dos jóvenes acalorados que éramos en ese momento se separaron completamente asustados.
No podía creer que habíamos estado tan sólo a unos besos más de tener relaciones y por la mirada de Johnny supe que él tampoco. Mas pude ver algo más en su mirada; diversión. El muy imbécil seguía prendido y al parecer no le importó mucho que haya una posibilidad de que su familia entera nos haya visto devorarnos de una forma inconsciente.
—¿Crees que se hayan dado cuenta?
—No lo creo, quédate tranquila—dijo aún con un brazo en la pared al lado de mi rostro y el otro alrededor de mi cuerpo.
Pero apenas entramos a la cocina, donde los Orlando se encontraban guardando la mercadería, supe que solamente lo dijo para que no salga corriendo. Todos nos miraron con picardía.
—Diviertiéndose, ¿No es así niños?—dijo Dale, y Meredith lo golpeó en el hombro al ver mi expresión. Seguramente me encontraba de un color rojo vivo, por lo que la familia entera no contuvo sus carcajadas y Madison me guiñó el ojo.
Decidí irme para no seguir pasando más verguenza, por lo que después de saludar a todos Johnny me acompañó a la puerta.
—¿Irás hoy a lo de Kenzie?—dije y él asintió con una leve sonrisa ladina. Se notaba que estaba repitiendo en su mente lo ocurrido entre ambos hace tan sólo unos minutos, por lo que no aguanté su mirada y la desvié exhalando fuertemente. Su mano tomó mi barbilla haciendo que lo mirara directo a los ojos.
—¿Te arrepientes?
Pensé mucho esa respuesta, lo correcto si sería arrepentirme, después de todo lo que hemos pasado y el simple hecho de que yo haya ido a su casa solamente para disculparme y que todo haya terminado de esta manera.
Pero la verdad es que no me arrepiento, ni un poquito, ni aunque quisiera podría. Tomé valor antes de hablar.
—No Johnny, no me arrepiento—dije decidida viendo cómo sus rostro se iluminaba.
—¿Por qué te avergüenzas entonces?
—Después de todo lo que hemos pasado, ¿Pretendes que no lo haga?
Se rió—. Exacto
Bufé y me di la vuelta para irme pero su mano en mi brazo y su risa me detuvieron.
—Es fácil preciosa, si a uno le gustó no tiene por qué arrepentirse ni mucho menos avergonzarse—tenía razón en esta—. Y que quede claro que las cosas no quedarán así Langerlee, esta vez no te libraras de mí tan fácil.
El corazón se me comenzó a acelerar cuando me atrajo hacia él para dejar un beso en mi frente, pasando a mis mejillas, nariz y finalmente cuando pensé que me besaría en los labios, se le ocurre besarme la barbilla y la comisura de mis labios.
—Te veo más tarde.
Maldito.
Maldito cielo que me hace desear a este chico de formas inexplicables. En el camino a casa de Kenzie no podía evitar pensar en esa acalorada sesión de besos que compartimos en mi intento de disculpa por las cosas horribles que le dije.
Ahora que lo pienso, le di unas disculpas bastante buenas si los besos cuentan como una.
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Ya les dije que desaparezco? Bueno si.
Aunque esta vez no creo que sea como la última vez que actualizar que fue en SEPTIEMBRE AYUDA.
¿Ustedes querían más acción entre los dos chinchulines?