En el final

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En el final por mhazunaca

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En el final por mhazunaca

Premio otorgado: "Un golpe de suerte".

Todo el mundo cuenta historias sobre cómo los personajes surgieron perfectamente en medio de un apocalipsis. Estaban preparados, comprando, o viajando; tenían armas, o encontraron al tipo con armas, tenían un auto, o uno que funcionaba y un lugar especial a donde ir.

Pero ¿y si estuvieras en medio de una situación difícil? ¿Si nunca disparaste un arma o a tu auto se le desinfló una llanta el día anterior y estás estreñido, o sea constipado, semi desnudo, y en tu baño?

Sí, eso es lo que pasa cuando eres una persona promedio y comienza el desastre. Pues ahora a prepararse porque voy a contar cómo llegué a mi refugio, y terminé encerrado en un cuarto especial.

Para empezar, y siendo honestos, correr y esconderse es lo que el noventa y nueve por ciento de todos nosotros hará en momentos de desesperación o catástrofes. No, no, nadie va a querer ir a pelear contra los aliens o cualquier cosa que haya atacado la frágil vida de este planeta. Así que aquí va.

¿Ya dije que estaba en el baño? Bueno, no exageraba, y la verdad, no le deseo ese sufrimiento a nadie.

Habíamos llegado de un viaje, en el aeropuerto peleé con un sujeto psicópata que quiso tomar la jaula de mi perro y llevársela porque era igual al suyo, pero uno conoce a su mascota, le había escupido y los policías nos habían separado. Por estar horas detenido me entraron ganas... Ya saben. Al llegar a casa había corrido al segundo piso luego de ver la llanta de mi auto pinchada y maldecir mi mala suerte desde que empezó el viaje.

Pensaba en la inmortalidad del cangrejo cuando de repente hubo una explosión, creí que fui yo pero me di cuenta de que había sido a lo lejos. Seguí en lo mío, y como no obtenía resultado, ya estaba por salir del cuarto de los lamentos para ir a comprar el pollo para el almuerzo, en ese momento hubo otra explosión.

Eso ya no era bueno.

—¡Cariño! ¡Tenemos que irnos! —gritó mi novia, subiendo las escaleras.

—Seh —contesté de mala gana—. Espera un segundo.

Otra explosión, y ella ya estaba tocando a la puerta, desesperada. Una alarma empezó a sonar, y poco a poco los gritos de personas se colaban en el aire, ese ruido que es indefinido por ser lejano pero que, de algún modo, llenaba el ambiente. Algo ocurría por la zona central de la ciudad, y solo pude pensar en películas como la guerra de mundos y cosas así. No me había acomodado bien la ropa cuando otra explosión sucedió mucho más cerca de lo que se esperaba, no había peor situación que tener que apresurarte y salir del trono con la sensación de no sentirte realizado, de no haber terminado tu misión y salir asustado con tu ropa a medio hacer.

—¡Vámonos! —me apuró mi novia.

Asentí como pude y fui a buscar zapatillas, y una camiseta, lo que fuera. Todo seguía en las maletas, así que las abrí con rapidez regando algunas cosas. Me lamenté no tener nada más, ni un arma que me sirviera de ayuda. Caramba, que yo no era un hombre de acción, es más, a ella la había conocido jugando un juego en el móvil y mi vida giraba en torno a eso.

Antología: Un viaje a lo desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora