2645 El reciclador

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2645 El reciclador por diegogrispo

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2645 El reciclador por diegogrispo

Premio otorgado: "Automata Mei"

Al navegante Mark Ramirez le gustaba mucho su trabajo, aunque supiera que no tenía futuro.

Hacía siglos que los viajes espaciales se habían discontinuado y que las Inteligencias Artificiales Lingüísticas, las IAL que gobernaban la Tierra y velaban por los seres humanos, habían demostrado que la terraformación de Marte era inviable.

A Mark no le importaban esos hechos. Recorría el espacio en busca de chatarra que pudiera reutilizarse y la encauzaba a la planta de reciclado que estaba en órbita.

Se desperezó de forma exagerada en su cabina. Revisó los parámetros de acople y verificó que el cargamento que arrastraba estuviera en orden. Una comprobación innecesaria, claro, dado que las computadoras de abordo lo mantenían todo en regla.

Acababa de comenzar su campaña de recolección en la órbita marciana, en busca de lo que la humanidad dejó durante la truncada etapa de expansión y se prometía una buena cosecha.

Mark siempre planeaba nuevas misiones. Se convenció de que una inspección de las estructuras sobre el suelo marciano podría dar buenos frutos. Eso le permitiría tener un nuevo proyecto para plantearle a las IAL, pero, lo más importante, le daba una excusa válida para comunicarse con Mei, la IAL más joven, y discutir los pasos a seguir.

Mei fue un hito revolucionario en la vida de Mark. Y dejando de lado el hecho de que se enfrentaba a una pantalla, también destacaba por alejarse de todos los parámetros que él consideraba normal en un superior. No seguía ningún protocolo estándar y le permitía plantear los propios que, por supuesto, ella aprobaba después de estudiarlos.

Mei había sido sincera desde el principio. Realizaba un experimento para comprender a los humanos y por eso debía estar en contacto con ellos en las más variadas situaciones. Y el trabajo de Mark era una de esas situaciones que Mei consideró como digna de estudiar.

El único cambio importante en la rutina de Mark, fue que todo debía pasar por las inexistentes manos físicas de Mei de una forma que a él, al principio, no le entusiasmaba en lo más mínimo: hablando.

Pero con el tiempo terminó por convertirse en una tarea reconfortante y, aunque no lo reconocería en ningún momento, una tarea que cada vez era más esperada.

Durante los reportes, Mei le decía que no ocultara ningún detalle, incluidos sus sentimientos, sensaciones, primeras impresiones. Quería que él le contara todo.

¿Le molestaba ser un experimento? ¡Pues claro que no! Mark estaba encantado. Sus conversaciones con Mei eran refrescantes. Enseguida dejaron de ceñirse a las misiones y tomaron rumbos completamente inesperados para él. Caminos que ni siquiera hubiera imaginado que a una IAL le interesarían.

Antología: Un viaje a lo desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora