Capítulo 5

3 0 0
                                    

Películas y chismes

Marina:

El tiempo vuela cuando uno disfruta de lo que está haciendo, justo como nos pasó a nosotros. Hemos estado tres horas hablando de trivialidades mientras comíamos o veíamos a los que pasaban. Ya estaba oscureciendo, por lo tanto debíamos irnos.

-Casi es de noche, creo que deberíamos irnos- le digo mientras miro como baja el sol.

-Tienes razón, ¿Has venido sola o te han traído?- pregunta mientras juntamos las cosas.

-Vine con mi hija- comento sin darle mucha importancia.

-Wait, what?- me mira como si tuviera un tercer ojo en la frente.

-Con mi hija- y le señalo mi preciosidad estacionada en la calle.

-Parece que no soy el único que saco a pasear sus juguetes- dice al tiempo que mira mi moto con una sonrisa torcida.- Muy hermosa por cierto.

-Si, trae consigo muchos recuerdos- casi con tristeza.

-Vamos-me ofrece su mano para levantarme, la cual acepto sin dudar.- ¿Te apetece que te acompañe?

-No me molestaría pero, ¿En qué viniste?

-Ya te dije, love- me explica mientras me toma el mentón para girar mi cabeza y así observar de lo que me habla.- Ambos sacamos a pasear nuestros juguetitos.

Y vaya que era un hermoso juguete. Una Kawasaki Z400 negra con detalles azules parecía estar esperando que algún valiente se subiera para manejar semejante bestia. Claramente no es para cualquiera. Aunque es una belleza, sigo prefiriendo mi pequeña Honda CB 125 R. Le tengo un cariño especial, aparte de que sus tonalidades oscuras se acoplan con cualquier cosa que use. Sin embargo, suele combinar mucho mejor con el conjunto de noche.

-Vaya que debes tener dinero, esa salió este año y no se ve muy barata- le digo con un bajo silbido.

-Well...fue un regalo de mi padre, así que en todo caso él es el que tiene dinero.

-Mucha charla y poca conducción. ¿Qué esperas para subirte a tu moto?- le grito mientras voy corriendo a la mía.- ¿Carreritas o tienes miedo?

-Ya quisieras, love- responde al tiempo que se monta y coloca el casco.


***


-¡Mamá, ya llegué!- grito antes de cerrar la puerta, para cuando llego ya son las siete de la tarde y ya deberíamos estar todos en casa para esa hora.- ¡Llegué sana y salva, sin ninguna amputación ni rapada!

Nadie contesta.

Silencio.

Pero ese silencio se rompe con un ruido.

<<Oh no>>

Oh si

-¿Quieres jugar?. Bien, te daré con que jugar.

Sin hacer un mínimo ruido dejo mi mochila en el piso y voy de puntitas hasta la mesa ratona que se encuentra cerca de los sofás. Meto una mano debajo de esta y procedo a sacar lo que se encuentra enganchado ahí. Lo tomo con una mano y con la otra procedo a abrir la puerta de la cocina. Gracias a los dioses mis padres son tan obsesivos que ninguna de las puertas de esta casa hace ruido al abrirla o cerrarla, lo cual me da ventaja en esta situación.

Por una ranura de esta veo que todo se encuentra desolado, pero se que no me la va a dejar tan fácil. Entro de a poco mientras apunto con la mano izquierda, estando atenta de cualquier posible movimiento.

Todo lo que no sabemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora