Capítulo 3

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¿Mensajes?

Marina:

Al salir del colegio, decidimos hacer una tarde de chicas para luego dormir en la casa de Abby e ir al colegio juntas al día siguiente. Nos encontrábamos mirando una película de Adam Sandler mientras comíamos papas fritas y doritos, cuando un celular comenzó a sonar.

-Abby, está sonando tu celular- dijo Alma sin despegar la vista de su olla de pochoclos. Ella había querido usar su pochoclerita desde hacía como 2 semanas.

-No es mi celular, debe ser en la película- le contestó Abby sin dejar de mirar el televisor.

- Abby de mi corazón, hemos visto tantas veces "Una esposa de mentira" como para saber los diálogos de memoria, así que dime ¿En qué momento de la escena de la pileta en la que le enseñan a nadar al nenito mafioso suena un celular?- le digo de la forma más calmada posible.

-Okey, tenés razón, no suena un celular en la película. Pero en mi defensa, saben que soy floja y no quiero levantarme a hacer nada cuando estoy mirando una peli- me responde sin muchas ganas.

-Igualmente el celular que sonó no era tuyo Abby,- se acerca Alma con sus pochoclos y un celular en la mano- era el de Mar.

Eso no era común.

Las únicas personas que suelen llamarme o mensajearme están es esta habitación, sin incluir a mis padres. Solo había alguien más que pudiera contactarme, pero no creo que lo haga.

-Espero que no sea mamá para pedirme que planche la ropa cuando llegue a casa mañana, porque si ese es el caso voy a terminar con dolor de espalda como una vieja de ochenta años- digo mientras agarro mi celular.

Al desbloquearlo veo que tengo dos mensajes de dos personas distintas, y gracias a los dioses ninguna de esas es mi mamá. El primero es un número privado que dejó un mensaje que conozco muy bien:


34°36′43″S 58°21′53″O μεσάνυχτα 


Mientras que el segundo mensaje era de un número desconocido:


Hi! Perdón por mandarte esto así, seguro parezca un acosador pero es que te quería preguntar algo cuando salimos del colegio y no te encontré.

En fin, Alma me dio tu número ya que siempre me olvidaba de pedírtelo. La pregunta es la siguiente:

¿Te gustaría que mañana luego de clases vayamos a algún parque o feria a caminar? O si no quieres ninguna de esas cosas, podemos hacer lo que tú quieras. Bueno, avísame lo que decidas.

Atte, Oliver.


Siendo totalmente sincera, no esperaba recibir ningún mensaje de él.

<<Y cómo vas a esperar su mensaje si nunca le diste tu número, pendeja>>

Bueno, mi conciencia tenía razón, pero el punto es que me asombró bastante. La cuestión es cómo lo consiguió.

<<¿Tu como crees mensa?¿Acaso no tienes dos viejas chismosas al lado?>>

Aunque era obvio que alguna de mis amigas le iba a dar mi número, ya que al parecer estaban en plan "Buscando un novio para Marina". Aun así, le conteste de la manera más amable posible, poco común en mí.


Aloha nuevo compañerito, ahora que tienes mi número no te estreses y háblame de forma normal que tampoco soy tan amargada como para no hablarte.

Todo lo que no sabemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora