AkaFuri Week

Policía

Advertencia: Lemon lemonoso

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Furihata era policía y su amado esposo era el hombre más rico del país. Akashi amaba tanto a su pareja que lo visitaba seguido en la comisaria donde trabajaba y generalmente siempre había algún coqueto o una caricia indebida que Furi generalmente respondía con un fuerte sonrojo y un dulce regaño, pero eso solo hacia que Akashi deseara aún mas tocar a su sexy policía y a veces cuando Furihata llegaba a casa se desquitaba con este en las sabanas, aunque no siempre era de esta manera.

―Sei, para...esto es demasiado―Su cara estaba completamente roja aferrándose como podía al escritorio.

― ¿No te gusta? ―Akashi le estaba haciendo una mamada bajo el mueble así que el único que podría verlo era Furi. El pelirrojo lamia con lujuria el pene de Furihata que latía buscando más. ―Eres tan hermoso...―Se metió el pene de su esposo en la boca hasta el tope moviendo la lengua, saboreándolo. Abrió más el pantalón azul y se lo bajó para meter un dedo haciendo que su pareja diera un respingo.

―Sabes que ...me encanta, pero alguien puede venir...nhghhh...no muevas el dedo...Sei por favor...―Susurró aguantando gemir muy fuerte.

―Quiero meterla... y parece que tú también me necesitas―Dice metiendo otro dedo viendo como Furi sin que se lo pidiera abre las piernas como queriendo más y moviendo las caderas contra sus dedos.

Se escuchó unos golpecitos en la puerta de la oficina y Akashi le puso rápidamente los pantalones a su esposo antes de que entrara alguien colocándose a un lado de su marido, quien tenia aún la cara roja.

Entró Aomine Daiki mirando con un gesto nada sorprendido que Seijūrō estuviera metido en la oficina de la comisaria, ya era tan habitual que solo podía hacer una mueca, porque empezaba a ser molesto como el empresario estaba casi todo el día con su pareja.

Oi Akashi ¿No tienes trabajo y reuniones importantes? Furihata también necesita trabajar, la oficina de la comisaria no es lugar para andar besándose, ni es lugar para citas.

―En primer lugar, Kōki es mi esposo así que también es AKASHI te guste o no Daiki, lo segundo si tuviera cosas que hacer ya las hubiera hecho. Y en tercero yo beso a mi pareja donde yo quiera y nadie me lo puede impedir.

―Sei, creo que Aomine-san tiene razón, no deberías estar tan pegado a mí, quiero decir amo tu compañía, pero...

― ¿Entonces no te ha gustado que estuviera contigo?

―Tu esposo es muy bueno para decírtelo Akashi, pero realmente le has estorbado en el trabajo y quiere poder estar tranquilo, aunque sea un momento, lo ahogas estando siempre encima de él. Es un policía, no tu niñera.

―Sei, escucha no es eso. Solo que me preocupa si por estar contigo no puedo cumplir con mis obligaciones.

La mirada que se ganó Kōki de su esposo le hizo temblar, era obvio que su marido estaba furioso y en cierto modo Aomine había contribuido más al enfado del pelirrojo quien solo se despidió con una leve reverencia y salió como si nada del lugar. El moreno miro a su compañero quien realmente parecía afectado al enojar a su marido.

―Hey chihuahua, ya se le pasará el enojo, nunca resiste la mirada de cachorro que le pones. ―Aomine le puso la mano en el hombro de Furi quien suspiró de manera triste, en verdad que no quiso enojar a su marido. Aunque en parte era cierto que lo interrumpía a veces, pero amaba tenerlo a su lado.

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El día transcurrió normal, aunque para Kōki se le hizo aburrido, a lo más tuvo que ir a un control vehicular y nada más, era una ciudad demasiado tranquila en estos días. Al final de su jornada fue a casa esperando ver a su esposo y darle el cariño necesario, incluso lo dejaría hacer cualquier cosa sexual que le pidiese, pero al llegar a casa solo estaba la cena preparada por los sirvientes que le dijeron que su marido estaba en la oficina y que no quería ser interrumpido por nadie.

Kōki comió su cena sin animo y como estaba cansado fue a tomar una ducha para ir a la cama donde esperaría a su esposo, sin embargo, se quedó dormido.

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Al día siguiente su esposo se había levantado temprano para atender un asunto de negocios antes de que Kōki pudiera hablar con él. Eso le había dolido, incluso cuando estaba ocupado Seijūrō le daba un beso y desayunaban juntos antes de ir casa uno a su lugar correspondiente de trabajo, hablaban un poco y se despedían amorosamente.
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El día transcurrió con solo la ansiosa espera de Kōki sin frutos de que apareciera su esposo en la oficina. Nada, ni siquiera un mensaje ¿Tan enojado estaba con él? Tuvo ganas de llorar porque ya se había acostumbrado a su amorosa compañía, ahora se sentía igual que un cachorro abandonado. Al menos unos casos sobre un asalto y trafico en el día lo hicieron distraerse un poco de sus asuntos. Disparó sin miramientos a un criminal que parecía dispuesto a todo, pero ni eso desquitaba su frustración de no tener a su esposo.
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Apenas si termino el día fue a casa donde otra vez Seijūrō estaba ausente. No soportó. Fue a donde estaba la oficina personal de su marido golpeando la puerta hasta que este le abriese.

― ¿Qué quieres Kōki? Estoy muy ocupado.

Furibundo el castaño golpeo con las palmas el escritorio de caoba apoyándose ligeramente.

― ¡Incluso aunque fuera tu día más ocupado siempre tenías tiempo para mí! ¿Por qué ahora es diferente?

Seijūrō miro fijamente los ojos acuosos de su esposo que, aunque se veía enojado parecía mas como un cachorro tierno queriendo mimos según su visión.