Mamá

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Después de haber tenido una noche especialmente romántica, estaban sentados en la cama esa mañana platicando entre risitas y besos cariñosos sobre su vida ahora que ya estaban casados.

―Sei ¿Puedo hacerte una pregunta?

―Lo que tú quieras Kōki― Seijūrō tomo y acaricio suavemente su mano. Su esposo sonrió de manera amplia mirando la mano blanca sobre la suya más oscura con amor.

― ¿Puedo saber más de tu vida de niño? Yo ya te conté todo de mi, incluso lo pesado que era mi hermano mayor conmigo en la infancia y detalles incomodos solo porque tú me los pediste.

―No hay mucho que contar; Gracias a mi padre pasé casi toda mi infancia estando encerrado con clases particulares. Casi no tenia amistades excepto para que mi padre ampliara su sector de afiliados a empresas, no era algo que recuerde para bien. Una vez casi me saqué un nueve y por poco me mató a golpes. ―Tensó la boca― No era mi culpa, estaba muy triste cuando mamá murió...

― ¿Por qué casi sacas un nueve? Yo ni siquiera hubiera tenido ganas de estudiar si me pasara eso. ―Kōki se enojó al escuchar algo así. No podía creer lo desgraciado que era el padre de su esposo. ―Sei, lo siento. No debí preguntar eso.

Abrazó a su amado acariciando las hebras pelirrojas con suavidad por el lado de la nuca. Seijūrō jamás se hubiera dejado hacer eso por nadie, pero con su amado se dejo llevar, descubriendo que le gustaban esas caricias.

―Esta bien. Tú querías saberlo y yo soy capaz de decirte todo Kō. Incluso te dejaría matarme si eso te hiciera feliz.

Quien lo escuchaba negó de manera exagerada y nerviosa, haciendo que Sei se riera por la cara adorable de Furi.

― ¡Nunca te pediría algo así Sei! ―Hizo que hiciera un puchero para luego suspirar un poco triste. ― Entonces no tuviste ningún momento feliz. ―No era una pregunta.

―Si los tuve, fue cuando mi madre jugaba conmigo al básquet o me acompañaba, era una persona muy cariñosa conmigo. Lamentablemente no se pudo evitar que su enfermedad le arrebatara la vida.

Hubo un pequeño momento de silencio.

―Era una mujer hermosa, digo por los cuadros de ella y las fotos que e visto. Tenía el cabello de color muy similar al tuyo.

―Si, y era muy amable con todos, aunque no sé si estaría feliz de que su hijo fuera homosexual.

― ¡Ella te querría fuera como fueses! ―Furihata estaba seguro de ello, aunque no la conocía de nada y esa seguridad le encantaba a su pareja.

―Gracias Kō, a veces me gustaría verla de nuevo. Me gusta pensar en que tienes razón. Ella era muy comprensiva así que es muy probable.

Se dieron un pequeño beso mirándose unos instantes perdiéndose en la mirada del otro.

―No hay de qué―Sonrió con las mejillas algo coloradas y una idea se le ocurrió, aunque no estaba seguro si le funcionaria. Tomo una bata que estaba en su lado de la cama animado― ¡Iré a prepararte el desayuno!

―Diles a los sirvientes, tus caderas deben estar adoloridas. Lo hicimos muchas veces y no fuimos precisamente suaves.

Teniendo toda la razón, apenas Furi se paro le dolió un montón las caderas y las piernas, su esposo se las había estirado al máximo en ciertas posiciones para ir más profundo. Terminó sacando un quejidito de dolor, pero logro pararse al menos.

―D-de acuerdo...pero solo porque apenas puedo moverme...―Saco disimuladamente un objeto que le había regalado Kuroko antes de ir y avisarle a los de la cocina que prepararan el desayuno y lo llevaran.

Miro aquel objeto que era un regalo de bodas de parte de Kuroko. Era una especie de collar con una gema azul claro como el cielo, pero a veces parecía que contuviera el universo adentro. Según su amigo podría viajar en el tiempo una vez con su pareja si se pedía el deseo. Quería conocer a la mama de Seijūrō cuando estaba viva y que su esposo la viera una vez más. Lo pidió de corazón sujetando la piedra del collar antes de volver a entrar en la habitación de su marido.

Era una tontería pensar que algo así se cumpliría, pero de todos modos el deseo estaba pedido.

Entro a la habitación con su amado esposo, abrazándolo amorosamente. Dándose mas tarde una ducha y haciendo el amor en la misma una vez más, se vistieron, aunque no tenían ganas de levantarse aún les dolía por tanto movimiento de ayer. Elongaron un poco a ver si se les pasaba.

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Kōki despertó un poco confundido ¿Acaso se había desmayado? No comprendía nada. Miro a su lado a su esposo que también parecía confundido, pero este miraba hacia la habitación. Decidió mirar para el lado en que miraba y se dio cuenta que la habitación de ambos se veía diferente, mas nueva, con cosas que no estaban allí.

De pronto escucharon una voz que conocían, la de Akashi Masaomi que parecía demasiado alterado.

―El niño tiene que estudiar, no quiero criar a un perdedor Shiori ¡Lo consientes demasiado! Quiero que sea perfecto.

―El pequeño Sei, necesita jugar, es un niño después de todo. No lo puedes presionar tanto ¡No es sano para él! ―La voz de mujer hizo a Seijūrō emocionarse, la voz de su madre era la que se escuchaba. Tuvo el impulso de abrir la puerta y abrazarla, pero temía asustarla.

¿Cómo habían logrado viajar en el tiempo? En primera le hubiera gustado saberlo, pero en realidad ahora no le importaba, solo quería ver si lograba ingeniárselas para estar con ella, aunque sea un instante.

―Mi padre era el doble de estricto conmigo Shiori. Los Akashi nacimos para la perfección. Nos alimentamos de los triunfos como el oxígeno, por eso nuestra educación debe ser la mejor y la más estricta. ―Se notaba el orgullo en la voz de aquel hombre― Quiero que hables con él Shiori y le hagas entender que no se puede escapar de las clases de piano para irse a jugar básquet cuando no es la hora de ello.

―De acuerdo Masaomi. ―La voz de la madre de Seijūrō se escuchó de manera resignada. Luego los pasos de Masaomi se alejaron de la habitación y se escucharon golpes en la puerta.

―Sei-chan, ya puedes salir de la habitación, ya calmé a tu padre.

Furi y su esposo se miraron preocupados cuando un niño salió del closet: Era Seijūrō chiquitito, de unos 4 o 5 años, cuando vio a los dos adultos casi grita, pero luego levanto las cejas un poco curioso al fijarse bien en esos hombres. Era un niño bastante listo. El hombre pelirrojo le recordaba a su padre, parpadeo e hizo caso cuando estos hombres le pidieron en silencio que no gritara. El mini Akashi abrió la puerta y abrazó a su mamá, la cual mimo dulcemente a su hijo.

Ambos recién casados miraban desde lo poco que se veía desde la puerta entreabierta y enternecieron. Luego desaparecieron de la vista y de su campo de audición.

―Voy a ir por ella Kōki, hablaré de nuevo con ella y la abrazaré una vez más y tu me acompañarás. ―Dijo decidido Seijūrō

― ¿Y si ella se asusta al vernos y nos terminan echando de la casa?

―Correré el riesgo. Vamos Kōki. ― El mencionado fue casi arrastrado fuera de la habitación con Seijūrō yendo con prisa a ver donde había ido su madre con la mini versión de él. Los vieron desde las escaleras del segundo piso, pero Masaomi se estaba llevando al mini Akashi afuera mientras la mujer se había dirigido a la cocina. Furihata que ya había sido soltado de la mano de su esposo, tuvo un mal presentimiento y fue a donde iban Masaomi y el pequeño Sei, mientras el Seijūrō adulto iba a ver a su madre sin pensar en nada más que no notó la desaparición de Kōki en un instante.

AkaFuri WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora