tercera sesión.

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Las chicas llegaron exhaustas a su apartamento, con ganas de solamente apachurrarse en el sofá con Boo y Doby a ver cualquier basura que estuviesen pasando en la tele o si tenían suerte alguna sitcom.

Una de las manos de la coreana viajó desde su lugar en su cintura hasta el muslo de su novia, reposándola allí y mirando el televisor con negligente interés.

Momo no podía fijar su atención en algo exacto, no cuando su mente se encontraba tan distante. Explorando las sombras de sus subconsciente y vagando por ese laberinto lleno de deseos y fantasías tan enigmáticas a las que nunca quiso adentrarse.

La menor por fin decidió mirar a su novia, quien se veía bastante perdida en sus pensamientos.

—¿Mo?—Llamó su atención. Sin embargo, su misión falló miserablemente.

Nada, ni siquiera un soplo de aire salió de aquellos labios, aunque Jihyo no esperó un cálido beso justo después. La menor se balanceó en su lugar antes de pasar sus muslos a los lados de los contrarios mientras la boca japonesa trazaba un sendero de besos desde el cuello hasta la camisa abotonada de su novia, jadeando desesperada mientras volvía con su ataque a los belfos contrarios.

Jihyo poco lograba corresponder, pues era carnal, desesperado y lleno de lujuria, como si su pareja quisiera arrebatarle la vida a besos.

Pero por mucho que le estuviese encantando la pasión del momento, también necesitaba comprender su naturaleza, recordando las palabras de Sana. Sus manos tomaron la quijada de la mayor, elevando su rostro antes sumergido en su  –ahora visible gracias a la camisa abierta– pecho.

—Momo, Momo, cariño.—Sus ojos se encontraron, casi diciendo lo que Jihyo ansiaba escuchar.—No es que... Jesús, quiero saber– Carajo.—Maldijo cuando Momo siguió bajando por la topografía de su torso hasta llegar a la prenda que aprisionaba los botoncitos que hacían temblar sus piernas cuando su novia los atendía con característica dedicación.

Separándose lo suficiente, Jihyo terminó de sacar la camisa y el sujetador, siendo jalada hacia Momo de nuevo al instante en que la camisa tocó el suelo.

—Momo, mírame.—Ordenó.

¿Que si era cruel hacer mirar a Momo sus ojos mientras los senos de Jihyo estaban en su mayor esplendor? Claro que lo era, pero Jihyo estaba determinada a sacarle hasta la última gota de libido a la japonesa y lo haría ahora.

Con su mayor voluntad, Momo subió la cabeza otra vez, aire contenido escapando e impactando la barbilla de la coreana.

—A-alfa...—Gimió muy exageradamente, cabe destacar, Momo.

—¡Momo!

La aludida estaba riendo a más no poder mientras la menor la veía entre irritada y también divertida.

—¡Lo siento! Tenía que
hacerlo—La japonesa aún sonreía pícara mientras ahora acariciaba los hombros de la mujer encima suyo.—¿Qué quieres, amor? Porque te diré lo que yo quiero, quiero que te recuestes mientras yo hago todo el trabajo...

Jihyo sonrío con cariño y pasó una mano por el cabello oscuro de su novia antes de susurrarle a el oído.—Dime por qué me quieres arrancar la vida a besos... y luego, si eres una buena chica, te dejaré hacer lo que quieras. ¿Mhm?

Momo sintió su corazón caer hasta su vientre por las palabras de Jihyo, que irradiaba control y serenidad.

Jihyo siempre tomaba la iniciativa y a Momo no le importaba mucho. La coreana le decía que se sentía bien y que no; Y cuando recuperaba el aliento, le daba dos orgasmos increíbles a Momo, pero eso era todo.

DIRRTY | SAMOHYO AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora