novena sesión. notas del caso

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En otra parte de la ciudad, Minatozaki Sana abrió los ojos con cierta humedad entre las piernas y dos pares de manos recorriendo su cuerpo sin parar que por un momento le desconcertó.

No veía nada, la venda en sus ojos le decía que era aquello lo que le impedía mirar a las personas dueñas de las manos.

De repente un par acarició sus piernas y pronto un dedo y una boca se posó en su centro, ganándole un gemido que por poco desgarró su garganta de lo imprevisto que fue.

El otro par tomó una de sus manos y la guió bajo lo que Sana suponía era ropa interior femenina, un gemido agudo confirmando aquello. Ambas eran mujeres. Entre sus piernas sólo había suavidad y ternura, nada de la prisa y pequeños pinchazos que dejaría un hombre.

Fue entonces cuando Sana escuchó su nombre salir de los labios ajenos al rozar su clítoris con su pulgar.

Era Jihyo. Y a juzgar por el murmullo ahogado de la otra mujer, podía apostar que era Momo.

Sus identidades fueron reveladas cuando la venda salió de su cabeza y el sonido del despertador de Sana se le metió por los oídos.

La terapeuta se despertó exhaltada y respirando forzadamente al darse cuenta que había tenido un sueño húmedo.

Un sueño húmedo, con no solo una, sino dos de sus pacientes. Mierda, esto ya era un problema de gravedad monumental.

Pasó en sus manos por su rosteo para salir de su estado soñoliento y admiró en el silencio de su cuarto lo que haría a continuación. Muy en contra de sus hábitos, Sana tomó su celular y marcó el número de Mina directamente.

Pasados dos tonos, Mina contestò con su voz mucho más suave de lo normal aunque un poco.

—¿Sana?—La aludida suspiró.—¿Qué sucede?

—Mina, la cagué en grande.

—¿Qué?—Todo el sueño salió de su cuerpo.—¿Cómo la cagaste? ¿A qué te refieres, Minatozaki?—Se quejó, haciendo reír a su amiga.—Son a penas las siete, no me hagas pensar tanto.

Sana suspiró.—Acabo de tener un sueño con dos de mis pacientes.—Mina soltó un sonido que sonò como "hum".

—¿Y eso es... cagarla?

—Fue un sueño húmedo Mina.—Aclaró.

—Ow.

—Sí, ow.—Reiteró la mayor.

—Dame dos segundo, necesito café en mi sistema para esto.—Dijo Mina, haciendo a Sana levantarse de su cama también.

Decide también hacerse un té, y luego escucha a su mejor amiga volverle a hablar.—Ajá, desarrolla.

—Bueno, sabes que te dije que me atraía mucho esta pareja que se veía conmigo.

—Mjum.

Sana suelta una risita y sigue hablando.—Pues, me las encontré en el bar de Chaeyoung y puede que o puede que no las haya mirado de más y ahora una de ellas sospeche algo.—Balbuceó.—Y les dije que veía que la terapia estaba funcionando y luego soñé que teníamos un trío.

Del otro lado de la línea, Mina levantó las cejas, sorprendida. Esta pareja de verdad tenía un efecto en Sana, ella usualmente no era así de impulsiva.—Cariño, te lo diré con honestidad y puede que te incomode. Pero tienes que ser una niña grande y hablar con ellas.

Sana sorbió de su té que ya estaba listo y se quejó.—¿Y si se molestan conmigo, Minari? Aún no alcanzan su potencial y yo... bueno, no quiero dejar de verlas aún. Ellas son muy agradables.—Terminó susurrando.

—Lo entiendo. ¿Y que sucederá si el deseo te nubla la profesionalidad?—Inquirió la menor.—Tu área de trabajo va muy apegado a ello, Satang.

La mayor suspiró.

—Detesto cuando tienes razón y eres toda sabionda.—Mina rió.

—O sea... ¿Siempre?—Fue el turno de la mayor de reír.

Se despidieron luego de ello y Sana se propuso psicoanalizarse aquella mañana, debía separar una cosa de la otra y a pesar de que sabía que era algo muy peligroso, quería intentarlo.

No podría confesarse. ¿Y si la pareja Hirai-Park eran exclusivamente monógamas y detestaban la idea de un tercero?

O peor, que sólo una de ellas lo hiciera y la tacharan de infiel o provocadora. Sana probablemente estaba sobrepensando las cosas.

Necesitaba enfocarse en algo que no fuera aquel para, por lo que decidió ir al gimnasio de su edificio. Sana disfrutaba de su cuerpo y los pilates siempre le ayudaban a desestresarse bastante, por lo que se colocó su ropa preferida para hacer ejercicio. Consistía en una camisa gigante, leggings color lavanda  a la rodilla y unas zapatillas deportivas que debía lavar.

Por supuesto, Sana no era tan afortunada. Cada vez que empezaba un nuevo set de ejercicios su mente se desviaba a lugares no tan puros como ella preferiría.

Posiciones.

En una cama, en el mueble de la sala , en la cocina.

En su oficina...

Bien, basta. Pensó, aunque no pudiera esperar a la siguiente sesión.

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HOLA GENTE BONITAAAAAAA. Disculpen la falta de actualización, entre diligencias de estudio y un nuevo álbum de taylor swift estuve desvariando 😭.
Como siempre, disculpen cualquier error y cuídense (⁠ ⁠ꈍ⁠ᴗ⁠ꈍ⁠).

—A.

DIRRTY | SAMOHYO AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora