CELESTE ME MATA

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Helou florecillas hermosas, os dejo con otro capítulo interesante de como avanza esta historia.... ¿Alguna tiene ganas de encuentro entre hermanas?

Cuando aquel vehículo oficial de cristales tintados se detuvo frente a la entrada en palacio, fui consciente de que tendría que alojarme ahí por los próximos cinco meses

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Cuando aquel vehículo oficial de cristales tintados se detuvo frente a la entrada en palacio, fui consciente de que tendría que alojarme ahí por los próximos cinco meses.

Suspiré.

No era la primera vez que entraba en un palacio, así que no debía sentir nada nuevo, ¿verdad?

Pero lo cierto es que esta vez era diferente. No estaba de visita para unos días, ni iba a disfrutar de unas mini-vacaciones con mis sobrinos, tampoco asistía a un evento o era el cumpleaños de nadie o navidad donde se reunía toda la familia.

En cuanto entré percibí esa sensación de frescor que daba la amplitud de aquellos enormes muros de piedra. Todo estaba decorado con un gusto exquisito y aunque debía estar acostumbrada a ello, lo cierto es que me maravilló.

En ese momento me di cuenta de como iba vestida y maldecí.

Seamos francos; me importaba bien poco quien pudiera verme de esa guisa, lo más probable es que me confundieran con una turista que se había extraviado o peor, una fanática loca por el rey de Bélgica que se había colado a hurtadillas en palacio.

—Me encantaría enseñarte el palacio personalmente y probablemente quieras descansar o acostumbrarte al que será tu hogar durante unos meses, pero no tenemos tiempo para ninguna de esas cosas. A partir de mañana todo será un caos mediático y debemos estar preparados para ello.

«Genial, para que andarse con rodeos»

—¿Al menos me darán un mapa para no perderme? —dije al darme cuenta que desde ese hall había pasillos y salas que se abrían en todas direcciones y estas no parecían tener fin—. Siento que me voy a perder más que un pingüino en el desierto.

A lo mejor esta gente tiene esos chismes que te dicen donde estás en todo momento como los presos.

Alexandre dibujó una sonrisa, al menos no parecía reírse de mi situación.

—No tenemos mapas de palacio, a menos no para ofrecérselo a un invitado pero puedo decir que te realicen uno si así te sientes más cómoda. Suele haber personal cubriendo todas las alas, si te sientes desubicada te acompañarán allá donde desees ir.

«Estupendo, tendré que ir dando pena por las esquinas cuando me esté meando»

—¡Oh vale! —contesté escuetamente—. Una pregunta, ¿Podré salir por la ciudad a hacer turismo? —pregunté cuando él decidió avanzar por el pasillo que teníamos a la derecha y que atravesaba una gran sala dispuesta por varios sillones, mesas con sillas y dividida en varias estancias que creaban diversos ambientes. Parecía un gran salón, aunque desconocía si harían vida o no porque la mayoría de aquellos muebles parecían reliquias antiguas.

De Plebeya a Reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora