Capítulo 8: Vecinos

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Desde que nos habíamos mudado a casa de Gissele, ocasionalmente escuchaba a alguien cantar o el sonido de una guitarra. Nunca he prestado demasiada importancia, puede que sea alguno de nuestros vecinos. Confieso que a veces me encantaba tener melodías de fondo y eso es lo que necesitaba regularmente en mis noches de desvelo estudiando.

Mientras revisaba mis redes sociales, volví a escuchar a alguien cantando, esa vez se escuchó de manera más audible, y un poco más cerca de lo que normalmente lo percibía. Esa voz me pareció conocida.

Me levanté y me dirigí hacia el balcón de la habitación para escuchar mejor, pues tenía mucha curiosidad.

Me asomé un poco y en la casa vecina de atrás estaba alguien en su balcón cantando. Salí, para visualizar mejor la imagen de un chico que estaba cantando. ¡Vaya sorpresa!

—¡¿Harry?! —dije muy sorprendida.

—¿Bonnie? —me miró con asombro—. Con que tú vives acá. No puedo creerlo.

—Pensé que vivías cerca, pero no tanto.

—¿Sabes lo extraño de esto? —Negué con la cabeza y él se apoyó en el pasamanos con ambos brazos—. Nunca nos vimos y ya tienes más de un mes de vivir acá.

—Había escuchado a alguien que cantaba, pero nunca le tome importancia. Siempre lo escuchaba un poco lejos. Ahora fue la excepción y decidí salir a investigar un poco. Casualidad, supongo.

—¿Casualidad? No, ese fue el destino, el destino quería que escucharas mi voz antes de dormir, para que descansaras como una dulce bebita.

—Que chistosito tú. Es que a veces la curiosidad me ataca. —Sonreí

—Bonita pijama. —Me guiñó un ojo—. Me gustan los helados y a ti se te ven preciosos.

Traía una pijama con dibujos de helados de color rosa. Había olvidado que ya traía la pijama puesta y me sonroje completamente cuando me di cuenta de que él lo había notado. Me ardía el rostro.

—¡Qué vergüenza! —Tapé mi rostro con ambas manos.

—Te ves linda, Bonnie, no sé por qué te da vergüenza.

—No sé, es raro que me veas en pijama.

Escuché que alguien entro a mi cuarto mientras gritaba, era Erika.

—¡Amiga! ¡Zayn! ¡Zayn! ¡Me invitó a salir! ¡El guapo e irresistible Zayn! ¡Por Dios!— Erika saltaba y gritaba en español frente a mí.

—¡Cállate! —Le tapé la boca inmediatamente.

—¿Zayn? Erika, ¿Qué sucede con Zayn? —preguntó Harry, que solo había comprendido el nombre de su amigo.

Erika se puso pálida al ver a Harry, no sabía ni que decirle.

—Dice Erika que Zayn le hizo una broma y parece que la tiene un poco alterada —intervine ante la falta de palabras de mi amiga.

—Sí, eh, fue graciosa. —Soltó una risa nerviosa—. Zayn me despertó y me asustó un poco Harry, eso es todo. —Sonrió ampliamente.

—Pensé que te había invitado a salir, él me dijo ahora que lo haría. —Dejó de hablar abruptamente— ¿Te lo dijo verdad? Oh no, creo que lo he delatado.

—Oh, no, claro que no es por eso, fue por la bromita. Tranquilo, Harry, ya hemos concretado nuestra salida también, no te preocupes —respondió tratando de sonar lo más tranquila posible—. Bonnie, me acompañas un momento a mi habitación, por favor. —Abrió sus ojos ampliamente en su intento por comunicarse conmigo.

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