✠ Cap 4 ✠

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Capítulo 4

Ionel Jongcheveevat había pensado que las palabras del joven Gulf era una broma, pero después de que su hijo le explicara la situación supo que el muchacho estaba hablando muy en serio. En cuatrocientos ochenta y dos años de existencia, nunca... jamás... ni un solo mortal le había solicitado tan descabellada plegaria. ¿Qué acaso Kanawut Traipipattanapong no conocía las leyendas populares de los de su especie? Pues aunque la mayoría no eran verdad, algunas sí eran lo suficientemente aterradoras para asustar a los mortales.

Pero ese chico parecía desesperado por ser como ellos. Y aunque entendía que todo aquello era para curar su enfermedad y de paso realizar el montón de cosas que se había perdido por tener que estar postrado en cama, pudo darse cuenta de que su hijo había logrado cautivarlo de una forma muy atípica. Era consciente de que su pequeño "Mew", sobrenombre dado durante sus primeros meses como "neófito", era capaz de encantar y seducir a cualquiera: mortales, seres vivos, y vampiros. Pero el brillo en los ojos de aquel niño que no dejaba de observarlo era uno que no había visto nunca en un mortal.

(Neófito: Persona que se ha adherido recientemente a una causa, una ideología, una colectividad, un partido político, etc.) 

- ¡Me parece una idea maravillosa! – se puso de pie y junto sus manos cerca del pecho aprobando la transformación de Gulf.

- ¿Qué has dicho? – preguntó Mew. Sabía que Ionel era impredecible pero no esperaba que aceptara a la primera y tan fácilmente, es más, deseaba con todas sus fuerzas que no aceptara nunca aquella conversión.

- Se lo agradezco mucho señor Jongcheveevat – a Gulf le traicionaron sus lágrimas al escuchar la respuesta del rey de los vampiros.

- Llámame Ionel querido, después de todo pronto serás parte de nuestra familia –

- Esto es lo más insensato que has hecho en años – alegó Mew.

- Querido Mew... - susurró su padre con singular alegría.

- ¿Mew? – la sola mención del sobrenombre de aquel atractivo vampiro llenó a Gulf de una emoción que no pudo descifrar de inmediato pero el apodo del vampiro más guapo de todos, según él, le gustaba mucho.

- Tanto tiempo esperando un compañero para ti y por fin ha llegado a nosotros – Ionel ignoró la pregunta de Gulf.

- No estarás hablando en serio – expresó Mew con una mezcla de confusión y enojo.

- Jamás he hablado tan en serio como ahora Mew... -

Un silencio ensordecedor se hizo presente en aquella sala. La agitada respiración de Mew Suppasit Jongcheveevat fue lo único que interrumpía dicha calma. Era evidente su rotundo desacuerdo en la transformación de "Kana" y dicha disconformidad aumentó cuando su padre le dijo que ese chico sería su compañero. ¡No, no y no! se negaba a aceptarlo, prefería mil veces que lo convirtiera en cenizas que someterse a la voluntad que Ionel tenía designada para él.

Contrario a los sentimientos de Mew, Gulf era un manojo de nervios, entusiasmo y felicidad. No todos los días se recibía la noticia de que dejaría de ser un mortal para transformarse en una criatura perpetua e infinita y todo para de alguna manera salvar su vida.

Dejaría las incómodas y cansadas visitas al hospital, podría salir de casa sin la preocupación de sentirse enfermo o fatigado en cualquier momento. Conocería el mundo y... a Mew...

- No quiero un compañero – alegó Mew.

- No te estoy preguntando querido – respondió su padre con cordialidad. No iba a iniciar una pelea con su primogénito delante de las visitas.

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