23. LA CASITA DEL ÁRBOL

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CAPÍTULO VEINTITRÉS
LA CASITA DEL ÁRBOL.
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LOS DEDOS DE LAS MANOS DE los adolescentes estaban entrelazados mientras llegaban a su destino

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LOS DEDOS DE LAS MANOS DE los adolescentes estaban entrelazados mientras llegaban a su destino. El olor a hierba mojada y la fragante escancia del jazmín invadieron sus fosas nasales tan pronto como se pararon frente a la puerta de una casita.

—¿Acaso quieres secuestrarme?—bromeó James.

—¿Por qué querría secuestrarte?—Ellie frunció el ceño, confundida.

—¿De verdad quieres escuchar la respuesta?

—No.—negó con la cabeza.—Puedes quedártela.

—Bien.—el chico se encogió de hombros. Una sonrisa traviesa cruzó sus labios.—Este lugar parece haber estado abandonado durante años.

—Viví aquí antes de los onces.—explicó con calma.—Ven conmigo. Quiero mostrarte algo.

La chica sacó una llave de su overol de mezclilla y la puso en la cerradura de la puerta. Presionó la llave con fuerza debido a la oxidación y a poco cuidado de la casa que se había quedado sin ningún residente durante los años.

Tan pronto como la cerradura se abrió, la mano derecha de Ellie empujó la puerta y la vista de los dos adolescentes quedó sobre un jardín lleno de pequeños arbustos y flores, pero la mandíbula de James se abrió al ver una casa sobre un árbol.

—Di algo.—ella dijo, algo angustiada por el silencio de James.

—¡Maldita sea!—dijo emocionado.—Estoy sin palabras.

—¿Qué te parece?

—Es perfecto. Una casa así es el sueño de casi todos los niños del mundo.—continuó James, con admiración.—¿Te has dado cuenta de la suerte que has tenido?

—Un poco.—ella soltó una risita.—¿Quieres subir?

—Le estás preguntando a una hormiga si quiere dulces.—sonrió James.—Claro que si.

La madera de las escaleras que conducían a la casa del árbol no era del todo firme, pero se podía subir sin mayores problemas. La chica subió de la primera y James la siguió.

Los ojos de Ellie brillaron como las estrellas cuando vio que seguía desde la última vez que la vio hace cuatro años.

Ese lugar significaba el mundo para Ellie Lupin, la casa del árbol podía ser todo lo que soñó en su infancia: un castillo, un barco o incluso un lugar para refugiarse.

El suelo estaba cubierto de hojas viejas y muertas que habían caído por las ventanas. Había una alfombra descolorida debajo de las hojas y unos asientos de madera pegados a la pared.

—Qué increíble.—James caminó por las esquinas de la pequeña casa.—Le voy a pedir a mi padre que me haga una casa como esta.

—Pareces un niño.—Ellie rió.—Sé que no es el mejor lugar del mundo para llevar a alguien a una cita, pero quería mostrártelo.

falling ━ james potter. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora