Capitulo 15

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Capitulo 15

Se despidió de su amiga y bajó del auto, cuando estacionaron frente a su casa. Camila prácticamente saltó fuera, como si el asiento estuviera en llamas, amaba a Julieta, pero era demasiado insistente. Cuando ella quiso dar por zanjado el tema, continuaba hablando al respecto.

Necesitaba tiempo para pensar en lo que había dicho, meditarlo era lo más conveniente. Reconocía que algo de lo que decía, tenía sentido. Pero las falsas esperanzas no era algo de lo que quería engancharse. No era sano.

Llevaba tiempo queriendo llamar a Cameron, se había acostumbrado a tenerlo cerca. Algo loco, antes de conocerlo nunca le había dado un segundo pensamiento a la idea de tener primos. Siempre habían sido ella y Mariela, su familia era su madre y sus amigos.

Caminó hasta su casa, mientras Julieta se alejaba por la calle, no sin antes hacer sonar la bocina. Rodó los ojos, le encantaba enloquecer a su vecina.

Cuando puso la llave en la cerradura, se sorprendió al darse cuenta que la puerta estaba destrabada. Qué raro, se suponía que no había nadie en casa. Sintiéndose cautelosa, giró la perilla y dio unos pasos tentativos dentro. Con todo lo que había ocurrido en el pasado, jamás estaba tranquila.

Casi esperaba que la recibiera una bestia peluda, que amenazara con destrozarle la garganta. Por lo que cuando vio a su madre, despatarrada en el sillón, sintió ganas de reír. Tenía puesto un pijama de franela, un cuenco de palomitas de maíz descansaba en su regazo. Su atención estaba en la televisión, donde se reproducía un Realityshow.

— Mamá — dijo a modo de saludo. Cerró la puerta detrás de ella y pasó llave. Nunca se estaba demasiado segura.

— Cariño — Mariela se dio la vuelta y le sonrió — ¿Cómo te fue en la escuela? Por la hora en la que llegas, no parece que te hayas aburrido haciendo decoraciones.

— Estuvo bien — dio un encogimiento de hombros.

— ¿Eso significa que harás manualidades con fideos para mi cumpleaños?

— No estoy en preescolar — rodó los ojos y se acomodó a un lado de ella, en el sofá.

Hundió su mano en el cuenco de palomitas y se llevó un buen puñado a la boca, mientras descansaba su espalda en los mullidos almohadones.

— Hoy me encontré con Alex — le comentó Mariela, protegiendo sus palomitas — Llevaba tiempo sin verlo. Ha crecido, casi no lo reconocí cuando entró a la farmacia, pero ese ceño fruncido lo delata.

Lo último que quería charlar con su madre era algo referido a esa familia. Alex no le había hecho nada puntualmente, pero no tenía interés de saber sobre su vida. Aunque reconocía, que se había sentido curiosa por la relación que tenía con Lily.

De todas formas, se encogió de hombros y no entró en el tema

— Si, está cambiado — fue lo único que dijo al respecto — ¿No se suponía que trabajaras esta noche?

— No creas que no me di cuenta que has cambiado de tema — sonrió. Su madre la conocía tan bien — Y si, iba a trabajar en la noche. Pero me pidieron cubrir un turno en la semana, por lo que tengo el fin de semana libre.

— Genial.

— Si, había pensado en hacer empanaditas para la cena.

Camila se animó, las empanadas eran deliciosas. Y a su madre le quedaban de muerte, en especial las de carne.

— ¿Fritas? — preguntó, ya salivando solo con imaginar el sabor.

— Pensaba hacerlas al horno, pero si vas por aceite puedo freírlas en su lugar.

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